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China China · Qingoco
Críticas de Txarly
Críticas 699
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
2
6 de junio de 2014
101 de 148 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por la mañana me pillo las chanclas, el desodorante y dos kilos de heroína y paso tranquilo la aduana en Barajas. Camino de Nicaragua y en pleno océano Atlántico, el avión se va a pique y nos estrellamos en una isla pequeña y deshabitada. En estado de shock voy dando órdenes aleatorias a los pasajeros que todavía no la han palmado; salvo a una gorda del ataque de un Tiranosaurius Rex, aso dos pollos al ast y después me pongo con una sesión de pilates en la orilla de la playa.

Tras dos semanas en la isla ya le voy pillando el tranquillo. Cambio el jaco por dos latas grandes de bonito del norte. Aparece David Lynch y me reta a una partida de ajedrez. Tras introducirse una de las torres por el ano, tira las piezas de un manotazo y las cambia por conguitos. Me da jaque y se come seis. Veo un humo negro que va reptando por el suelo. Lo sigo y me lleva a una especie de bunker. Hay mucha gente fumando y no veo nada, así que decido salir. Un tío calvo y escocés me espera sentado sobre un tronco y pregunta si creo en Dios. Cuando voy a responder que sólo creo en Luis Arconada, aparece un velocirraptor y lo decapita de un bocado.

Un arquero mongol le lanza una flecha a una liebre. La compartimos. Se ha estrellado otro avión. La isla se llena de más gente rara. Más tarde descubrimos una estatua de poliespan de diez metros de Elvis sobre una enorme plasta de rinoceronte que señala al sur. Los pasajeros del otro vuelo que... y tal y tal... bla bla bla...

Esto es lo que ocurre cuando las series de televisión se dejan en manos de publicistas. Otros ejemplos que se han servido de Lost son Homeland, La Cúpula o Falling Skies. La fórmula consiste en vestir de seriedad un argumento disparatado, que la gente hable sobre ello y flipe a más no poder. Que los índices de audiencia nos respalden, y luego, luego... ¡qué coño! ¡somos los amos! ya terminaremos la serie cómo nos dé la gana. O que están todos muertos, o que la culpa de todo la tiene el de la coleta de Podemos. No importa el final, sólo el principio. Este es el fascinante mundo de personas sólamente capacitadas para contar una historia en 20 segundos, no en seis años. Y de ahí la catástrofe.
Txarly
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10
28 de abril de 2014
86 de 124 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un colega mío escribía acertadamente que tras verla en el cine volvió a casa con tal mono que había volcado el azucarero en la mesa de la cocina y había pillado a su mujer y la había... bueno, la había dejado dormir. En mi opinión, es la mejor peli de Scorsese desde La última tentación de Cristo y su afamado Goodfellas, época dorada de creatividad del director neoyorquino. Su musa se sale (quizá el mejor papel de Di Caprio hasta hoy), y los secundarios gordos, frikis, y enfarlopados hasta las cejas, dibujan un excelente y alocado vodevil cinematográfico. Es imposible que te caigan mal.

Y ahí reside una de las virtudes de la cinta, Di Caprio santificado como procer de una sociedad que ineludiblemente camina hacia ese final: el triunfo (dinero) fácil (sin esfuerzo). Lo sabemos y lo aceptamos, al menos durante las casi tres horas que dura la película. Luego ya es otro cantar, y uno se pregunta si sería capaz de estafar a trote y moche si estuviera en el lugar del italoamericano y tuviese la capacidad de lograrlo. Cuando uno mira la sociedad actual ve reflejado a Blesa, ex presidente de Bankia, un tipo con menos glamour que una aceituna y que con esa cara de gañán, sorprendentemente, ha arruinado a medio país llevándoselo crudo. Y al parecer quedará impune.

Todo tipo de reflexiones buyen después de ver está película, sobre todo la de que se puede ser así de miserable y triunfar en la vida, ya que nuestro héroe no termina solo y olvidado en un calabozo de Sing Sing, sino que continúa sus días realizando charlas por todo el mundo sobre "cómo triunfar", como si la estafa, el engaño, el robo y el atraco fueran sinónimos de trabajo honrado y eficaz.

Scorsese se disfraza de genio y nos manda un mensaje claro: os voy a hacer reír, aunque no os haga ni puta gracia. Y sin nadie fumando en la oficina.

Sobresaliente.
Txarly
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9
31 de enero de 2014
183 de 210 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cinco son los momentos que tengo grabados a fuego en mi matrimonio con la Fórmula Uno. El primero de ellos se remonta al que trata esta película, y de cómo siendo un niño observaba atónito desde el salón de mi casa cómo a uno de mis súper héroes se le quemaba la cara, seguramente, y aún no lo sabía, a mi súper héroe favorito. La muerte del gran Gilles Villeneuve durante los entrenos en Bélgica fue el segundo recuerdo imborrable, y el tercero el no menos trágico accidente mortal de "maravilla" Senna, empotrándose contra el muro de Ímola a más de 300 km/h y dejándome "distraído" durante toda la semana siguiente. El cuarto instante que tengo grabado es la épica victoria de Olivier Panis en Mónaco, una de las mejores carreras de la Historia, siendo el quinto y último gran recuerdo de la F-1 contemplar flipando como durante la última carrera del mundial y durante la última vuelta en el circuito de Inter Lagos, un negro montado en un Mc Laren (una visión surrealista 30 años a) se aprovechaba de un diluvio universal que duró sólo esa vuelta, para remontar 28 segundos en apenas cinco mil metros y llevarse su primer Campeonato del Mundo. Lo nunca visto, digno de cualquier peli de superación de Disney.

Cinco como decía, son mis recuerdos favoritos, y tres (como los mosqueteros) mis pilotos. En mi niñez admiraba al gran Alan Jones, pero sobre todo, a la increíble parrilla que componía la Fórmula 1 de entonces: Mario Andretti, Michelle Alboreto, Nelson Piquet, Gilles Villeneuve, Andrea de Cesaris, Emerson Fittipaldi, Carlos Reuteman, Niki Lauda, James Hunt, Alain Prost o el mismo Alan Jones. Nunca ha habido una constelación de estrellas como entonces, tíos que se jugaban los huevos en cada trazada, y en el que tener el mejor coche no era sinónimo de victoria como lo es a día de hoy. Años más tarde, y como todo hijo de vecino, admiraba a Senna. Sus duelos con Prost conseguían que el galo nos cayese mal a todos, tal y como Hunt lograba con Lauda y que Howard plasma fenomenalmente en la película. Mi último héroe es asturiano. Su único defecto es no haber nacido en Zizurkil y apellidarse Alonsotegi, pero todo no se puede tener. "Magic" Alonso es una máquina de conducir y posee el carácter más parecido a Lauda de toda la parrilla actual.

Pero volvamos a Niki Lauda. Recuerdo en aquella lejana televisión en blanco y negro de la transición como el comentarista de turno ya nos lo pintaba como un tipo serio y hosco, rayando lo desagradable. A mí me caía bien, pensaba que alguien que tuviera nombre de camiseta no podía ser un mal tipo, y menos con ese aspecto de Fantasma de la Ópera que se le había quedado. La pena y la admiración se mezclaban en lo que sentía sobre aquel piloto, y aún así, mi favorito seguía siendo Jones.

La caracterización y las interpretaciones de los dos personajes es perfecta. Sus diálogos, las miradas que se entrecruzan, ese rollo macho-alfa-teparto-lasputaspiernas-nenaza, mola un montón. La rehabilitación de Lauda con esofaguitis doble incluída te deja la piel de gallina. Los huevos que le echa el tío para volver a la pista a partirle la cara a Hunt, la inoportuna pregunta de aquel periodista y el encuentro en el hangar son algunos de los momentos memorables que atesora Rush, la película perfecta para todos a los que nos gusta conducir a más de 45 Km/h, alejada infinitum de estupideces protagonizadas por Cruise, Diesel y demás morralla motorizada.

Pues bien, 35 años después, Howard ha conseguido con esta gran película que rememore sentimientos que andaban escondidos dándome la perspectiva que me faltó en aquellos tiempos de mi niñez, y que afirme sin ningún tapujo que el piloto más grande de toda la Historia de la F-1 ha sido Niki Lauda. Su tercer campeonato del mundo, que ahora recuerdo mejor, fue apoteósico. Como lo es verle hoy por el paddock responder con esa anti flema británica que le caracteriza a cualquier pregunta incómoda sin cortarse un pelo, repartiendo a quien haga falta, Alonso incluído. Un grande del motor que consiguió en sus días que el díscolo Hunt fuese aún más piloto de lo que en realidad fue, y teniendo la gallardía de reconocer abiertamente que ha sido del único piloto que ha tenido envidia en su vida, lo que no es de extrañar contemplando las fotografías en las que salen juntos. Yo también la hubiera tenido.

Muy recomendable como parte indispensable de la historia deportiva del siglo XX y ejercicio práctico de cómo rodar "una de acción" sin caer en los clichés y estupideces del género.
Txarly
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7
26 de enero de 2014
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable película, La ley del hampa, que consiguió el primer Oscar a un guión original. Dos virtudes destacan en la película; la primera es la historia de amistad entre los dos protagonistas, la cual adquiere verdadero empaque en la manera de tratar el triángulo amoroso que se va formando con un tratamiento cuando menos elegante. La rectitud moral con la que se dota a los sentimientos que surgen entre el trío es uno de los grandes aciertos de la obra. La segunda el escenario claustrofóbico que Sternberg maneja con habilidad, mostrando los bajos fondos como un lugar sórdido, alternando de manera eficaz los claroscuros entre gigantescos bloques de cemento como sinónimo de angustia y soledad entre los altos rascacielos de la gran ciudad. El distinguido uso del montaje, de la música y de la luz, facilita al espectador la integración en la historia y consigue que 85 años después pueda disfrutar desde mi sofá de la que se afirma es la primera película sobre gangsters y que culminará un exitoso camino décadas después con filmes como El Padrino o Scarface.

Es posible que uno no pueda escapar de su destino, aunque es la manera de enfrentarlo lo que nos hace grandes o lo que nos hace extraños. Recomendable.
Txarly
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8
16 de noviembre de 2013
104 de 143 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kubrick, que era un perfeccionista, amaría esta película si viviera. No voy a extenderme demasiado en machacar a los supuestos intelectuales a los que Cuarón ha dejado KO con este ejercicio visual. Elaboran teorías sobre la ausencia de argumento, que la película es plana, que si a los americanos les salvan los chinos, comparaciones absurdas con 2001 etc, etc... incapaces de comprender que un director pueda rodar una película con un compás y un cartabón. Debe joder que un tío tan insignificante como Cuarón te muestre cómo es exáctamente, y recalco exáctamente, un paseo espacial a 300 kms sobre Barbate.

Gravity trabaja ante el espectador como un espejo que refleja notablemente sus dos cualidades máximas: la perfección visual (geométrica) y la interacción subjetiva de la acción (con gafas 3D o sin ellas). Posee la noble y complicada condición de introducir al auditorio en la energía cinética que desata su cámara y los admirables efectos especiales no hacen sino custodiar fotograma a fotograma la idea básica sobre la que pivota esta película: "quiero mostraros cómo es el espacio y cómo ruedo yo un drama en él." No hay más que valorar sobre la obra en cuestión. Hay quien justifica que este tipo de Cine no le gusta porque lo suyo son los finales abiertos, los dobles mensajes, la moralina filosófica de primer nivel o Solaris en 3D.

El mensaje de esta película es obvio, y por supuesto no opta ni por ser la décima cuestión más importante en esta obra, y dice así: "No te rindas nunca, lucha por tu vida y que los sacrificios de los demás no sean en vano. Sé fuerte." No hay más. Oda súperlativa al "héroe" de siempre. Lo que les jode es que algo tan simple pueda llegar a ser tan bueno. Y ahí reside lo complicado.

Les recomiendo verla como un ejercicio de acción visual sin precedentes. Un juego de la Oca espacial en el que Sandra Bullock lanza los dados y avanza casillas para intentar llegar a la meta. Además goza del privilegio de lo didáctico, cualidad semi perdida en los tiempos del Cine actual salvo en obras "ejem" maestras como Primer.

Kubrick la hubiera gozado, como nosotros lo hicimos con sus monos y monolitos bastante tiempo ha. Para enmarcar la secuencia de los perros y los últimos 20 segundos de peli. En Gravitiy hay más Cine del que muchos quieren admitir. En esta página el único mensaje es que hay personas que saben disfrutar del gran Cine...

...y otras no.
Txarly
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