Bajo el sol de la Toscana es una película de la que pronto te olvidas. La historia no convence, cae en muchas situaciones que uno ya ha visto repetidamente en el cine y Diane Lane no termina de meterse en la piel del personaje para transmitirnos el difícil momento por el que transcurre su vida. Lo mejor, sin duda alguna, los maravillosos paisajes en los que se ha rodado. Por todo lo demás, prescindible.

Un encuentro casual entre dos almas solitarias da comienzo a este impresionante film. A pesar de que en algunos instantes pierde fuerza el hilo argumental, Marlon Brando sostiene con su portentosa interpretación (una de sus mejores, con permiso de El Padrino) la película. El erotismo explícito dio lugar a mucha controversia y elevó la obra de Bertolucci a cotas inimaginables, quizás llevado más por el ansia de libertad que por la calidad que tiene por sí misma (que no es poca). Bertolucci deja hacer al gran maestro Brando, metido en el papel de "un naúfrago en el asfalto parisiense" (como bien definió a su personaje Ángel Fernández Santos en El País) y a la sensualidad de la joven Maria para hacer una de las películas más famosas de la historia. Imprescindible su (re)visión.

La maravillosa Adriana Ozores sostiene este drama que, sin ella, quedaría en el anonimato de las películas sobre los problemas de las drogas, tema ya muy manido en el mundo del cine. No aporta nada nuevo, pero lo cuenta con cierta frescura, lo que la hace muy agradable.

Homosexualidad e inmigración se mezclan en esta cinta. Con un guión falto de ideas, la película comienza con una trama que podría resultar interesante perdiéndose en el trascurrir de los minutos en un embrollo del que los guionistas no supieron como salir. Los cambios de registro entre comedia y drama, más que resultar agradables, chirriaban dentro del conjunto. Poco se puede salvar de esta película, donde los homosexuales son mujeres en cuerpos de hombres y, los inmigrantes eslavos, gente sin escrupulos que son capaces de todo por dinero. Yo le pediría al director un poco más de seriedad para hacer un drama o un poco más de desenfado para realizar una comedia, pero nada de medias tintas. Y, por supuesto, un poco más de labor de investigación, que no se puede basar en los tópicos a la hora de tratar cualquier tema.

Una película desperdiciada. Después de un comienzo, a mi parecer, algo titubeante, la trama empieza a interesar de tal manera que, durante la mayor parte de ella, crees que estás ante una película bastante interesante, pero el giro final la hace rodar por los suelos (hasta ese momento recordaba demasiado, salvando las distancias, a "La huella"). En el momento que se dejan las cartas sobre la mesa, ya todo debería quedar cerrado. Si pudiera, borraría el último cuarto de hora y la película mejoraría muchísimo. Gael García Bernal, como nos tiene acostumbrados, hace una buena actuación, al igual que el resto de los actores, que no desentonan, con la guapa Natalia Verbeke a la cabeza. Su gran defecto, el ya reseñado, pero tiene un peso demasiado grande.