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Críticas de Federico_Casado
Críticas 662
Críticas ordenadas por utilidad
8
11 de agosto de 2008
10 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ojo, que no lo digo solo yo, sino que lo dice ella misma en la película: que la Mamma del título, de joven era un putón. Después de un glorioso éxito en los escenarios de todo el mundo, el musical basado en las canciones del famoso grupo sueco ABBA llega a la gran pantalla cinematográfica, con todos los honores habidos y por haber: gran producción, escenarios de ensueño, y para rematar el producto, un buen puñado de estrellas con Meryl Streep y Pierce Brosnan a la cabeza. A ver, está claro que todo tiene un tufo naïf bastante estúpido, que los recursos cinematográficos son primitivos, que todo es tópico y que se ve venir.... pero ¡¡¡TE LO PASAS TAN BIEN!! Igual es que me estoy haciendo viejo o que me cogió con la vena sensible -ojito, que yo también soy de los que se pone una vez al mes "El Mago de Oz" y "Cantando bajo la lluvia" y me encantan los musicales- pero creo que "Mamma Mía" es una de esas películas que te hacen soñar, emocionarte, vibrar, sentir. Cine, vamos. La historia es tan simple como el mecanismo de un botijo: una típica princesita -mona, rubita, encantadora, criada entre algodoncitos por su mami en una paradisiaca isla griega donde tienen un hotelito- que se quiere casar, quiere que también venga a la boda su padre. Pero como no sabe bien quién es, tras robarle el diario a mami y escudriñarlo a conciencia, invita a los tres posibles candidatos y claro, el reencuentro de la madre de la novia, actual hotelera responsable, antaño una putona de padre y muy señor mío, con sus tres antiguos amores será toda una conmoción. Es cierto que a veces los números musicales menos conocidos de ABBA ralentizan el ritmo de la cinta y que las coreografías son bastante poco lustrosas, pero la tónica general está muy bien lograda, demostrando que en la arquitectura básica del músical solo hace falta el poder conmovedor de la música y el baile (que aunque no lo creas, existe, sea cual sea el marco, y si no recuerda "Bailar en la oscuridad"). Especial mención merece Meryl Streep, que hace gala de una prodigiosa capacidad como cantante y bailarina, en un divertidísimo registro que en nada tiene que ver con los muchos dramas que ha protagonizado, como "El Cazador" o "Memorias de África" (claro que también podríamos recordar sus dotes cómicas en películas como "La muerte os sienta tan bien" o "El diablo viste de Prada"). Siendo un poco cómplices, es una cinta realmente deliciosa de ver, y que a pesar de sus muchas carencias -entre otras, la manifiesta inexperiencia de la directora, cuya única experiencia audiovisual ha sido dirigir una versión televisiva de la ópera contemporánea "Gloriana" en el año 2000- termina por ponerte una sonrisa en los labios y un atisbo de lagrimita que puja por salir de la emoción contenida. Sí, créetelo, aún se puede uno emocionar con unas petardas redomadas porque al final ¿quién no cantaría y bailaría de felicidad en una isla griega si estuviera enamorado? Eso si, Pierce Brosnan mejor que no hubiera cantado.
Federico_Casado
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8
7 de diciembre de 2023
7 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno ya ha visto más de lo que debiera (y quisiera) en el mundo del cine. Y en el proceloso género del cine familiar de fiestas (semana santa, o por supuesto, navidades) se han hecho muchos intentos de rentabilizar esas producciones, que en la mayoría de los casos ofrecían recursos manidos, utilizados hasta el hartazgo (véase cualquier intento Disney de monopolizar las pantallas en estas fechas) que lo único que producían era aburrimiento por ver los mecanismos burdos utilizados y previsibles desde el minuto uno.

Roald Dahl, autor de la famosa “Charlie y la fábrica de Chocolate”, “Matilda” o “James y el melocotón Gigante” es el justo heredero literario de Dickens, haciéndolo avanzar de la negrura de la miseria a la magia y la ensoñación infantil más colorida. Precisamente el personaje de Willy Wonka es uno de los pilares de toda su creación literaria, un bizarro personaje que creaba chocolate con sus imaginativos inventos y su alucinante fábrica, ayudado por los famosos hombrecillos verdes, los Umpa-Lumpa. Todo un mágico universo de fantasía que ahora ha tenido la justa continuación en una precuela donde conocemos a Willy, un pobre polizonte que llega a la ciudad con la intención de convertirse en el más famoso chocolatero del mundo…

La delirante galería de personajes que plantea la película es un divertidísimo fresco a la hora de reflexionar sobre la avaricia, la envidia y la soberbia, enfrentados a la inocencia y pureza de Willy, que sólo quiere hacer felices a todos aquellos que prueban su delicioso chocolate, inigualable por sus matices y sabores. Parecía lógico que toda esa estructura de cuento infantil tuviera un correlato perfecto en la estructura de un musical, que es en realidad lo que es la película y que en ningún momento chirría, porque entramos perfectamente en ese mundo donde se pueden reconocer los peores defectos y las mejores virtudes de los seres humanos.

Chalamet, convertido ya en una gran superestrella tras protagonizar “Dune”, es el actor ideal para encarnar a ese proyecto del famoso chocolatero, más pobre que una rata, pero con grandes ilusiones y esperanzas. El director, que venía de triunfar con “Paddington”, sobre el papel no era el más adecuado para hacer una tercera adaptación de la novela de Dahl, pero se ha demostrado que ha superado con creces la aburrida apuesta anterior de Tim Burton, y que no desmerece en absoluto la primera adaptación de 1971. Es más, esta película de orígenes hace que comprendamos mucho mejor el universo de Willy Wonka y su fascinación por el chocolate y los aparatos mecánicos. No podemos olvidar tampoco la aparición estelar de los no menos famosos Umpa-Lumpa, en la piel de un Hugh Grant descacharrante que borda el personaje con un acento y modales british de lo más divertido.

Es sin duda la película de las navidades, en la que entramos fácilmente sin ningún esfuerzo y con la que disfrutamos a cada número musical, como si estuviéramos en el mismísimo Broadway neoyorquino. Una auténtica delicia, un bombón exquisito que nos hace volver a soñar desde el primer momento.
Federico_Casado
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8
21 de febrero de 2015
7 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reencontrarse con Eastwood en una sala de cine, ya sea delante o detrás de la cámara, es siempre interesante, aunque a veces uno salga decepcionado porque no es igual que alguien que ha llegado a la excelencia absoluta luego caiga en la mediocridad, que alguien que no ha demostrado su capacidad llegue a un nivel mediocre. El caso es que a sus 84 años, el actor y director ha hecho su mejor película desde “Gran Torino”, que en 2008 nos dejó a todos deslumbrados. ¿Quiere decir esto que “El Francotirador” está al nivel del mejor cine de Eastwood? No. Pero sí quiere decir que es una notable película que por supuesto es infinitamente mejor que cualquiera de los títulos que tan de moda están este año en la entrega de los Oscars (y que me resultan completamente impropios no sólo de la Academia de Hollywood, sino de cualquier premio).

La película está basada en la vida del soldado de élite Chris Kyle, el francotirador más letal del ejército norteamericano en la Guerra de Irak (y de cualquier otra guerra) apodado como “El Demonio de Ramadi” (los iraquíes incluso llegaron a ofrecer 180.000 dólares como recompensa por su cabeza) Su dramática historia ha servido a Eastwood para dar una vuelta de tuerca al ejército, uno de los estamentos en los que se basa la cultura norteamericana, que ya metidos en el tema, también se lleva un buen repasito, como a él tanto le gusta. Y lo hace bien, como siempre, aunque quizás con menos pulso y ritmo que antaño.

Podríamos diferenciar dos partes en la narrativa y la dirección del film, estando por un lado todos los elementos bélicos, que rivalizan en poder y efectividad con las mejores películas recientes de guerra -y en la que “Black Hawk Derribado” de Scott y sobre todo “En tierra hostil” de Bigelow son unos claros referentes- y por otra la disquisición que el protagonista tiene constantemente entre el deber como ciudadano y militar, y el deber como ciudadano y civil, dejando atrás a una mujer y dos hijos cada vez que se marcha a sus misiones. Esa amalgama social va perfilando la personalidad de Kyle, un norteamericano de manual: texano, vaquero, respetuoso de Dios, hombre de familia, serio y responsable. Un ejemplo, vamos… ¿o no? Eastwood es capaz de replantear brillantemente, como siempre hace, esta reflexión. Especial mención requiere Bradley Cooper (protagonista y productor de la película), tanto por su mimetismo físico con el personaje real como por su excelente interpretación, que incluye en su trabajo actoral una verdadera copia literal de todos los gestos y muecas que Kyle realizaba (te invito a que busques en Youtube alguna entrevista con este personaje, apodado “La leyenda” para que compares, y el parecido es realmente sobrecogedor).

La mirada transversal a la que tan acostumbrados nos tiene Eastwood vuelve a estar presente, con su característico toque irónico e incluso cómico, que rápidamente se queda congelado por la intensidad y crudeza del mensaje (y las imágenes), dejándonos en muchos casos con la boca abierta. Los idearios de los protagonistas, que en muchos casos son llevados hasta el extremo, también nos recuerdan una parte del film donde los dos francotiradores (uno, el norteamericano protagonista, cazador de ciervos en Norteamérica, el otro un sirio campeón de tiro olímpico) están en constante pugna, como lo estuvieron Vassili Zaitsev, francotirador soviético y el mayor König, noble alemán al servicio del ejército nazi en la ocupación de Stalingrado en 1942, episodio narrado de manera brillante por Jean Jacques Annaud en “Enemigo a las puertas”, también basado en un caso real. Resulta lógico que alguien tan anclado al mundo del western como Eastwood también plantee este clásico duelo entre personalidades y voluntades tan heterogéneas, claro que de una manera quizás demasiado partidista. Un poco menos de posicionamiento y asepsia habría estado mucho mejor a la hora de este duelo entre miras telescópicas.

No obstante, estamos ante una obra magna, ya que en las más de dos horas de proyección vemos un desarrollo argumental de gran fuerza, apasionado y aunque de arquitectura simple, realmente efectivo. Incluso en algunos casos vi trazos en la reflexión que Cimino hizo en “El Cazador” sobre las secuelas que provoca la guerra (y eso que al protagonista no lo capturaron ni lo torturaron los enemigos…). El balance global resulta satisfactorio y positivo, siendo uno de los mejores títulos que existen en la actual cartelera.
Federico_Casado
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8
9 de noviembre de 2013
7 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los que hemos sido aficionados a la ciencia ficción de toda la vida, no solo la cosumimos en cine o televisión. También la consumimos en cómics, en música...y por supuesto en libros. Desde Asimov hasta Henlein, pasando por Orwell, Bradbury o Huxley, han sido muchos los autores que han planteados utopías y ucronías de la humanidad, que nos hacían meditar profundamente de dónde venimos, donde estamos y lo que es más importante, hacia dónde vamos. A mediados de los ochenta del pasado siglo un escritor llamado Orson Scott Card ganó los dos premios más importantes del mundo de la literatura de ciencia ficción, el Nébula y el Hugo, con una novela que planteaba un desalentador porvenir para la humanidad, en la que tras una invasión extraterrestre, el ejército se dedica a preparar a soldados invencibles que puedan contrarrestar un contra ataque alienígena. Los mejor dotados para luchar a través de complejos ordenadores son precisamente los niños, que arrancados de su inocencia, tendrán que convertirse en avezados estrategas y guerreros sin piedad contra los invasores.

Científicamente, este planteamiento tiene muchos visos de realidad, ya que la mayor plasticidad de la mente humana está en la niñez, con una capacidad de aprendizaje e improvisación mucho mayor que las de cualquier adulto. Estoy seguro que tenemos hijos, sobrinos, primos o algún hijo de familiar que domina cualquier tipo de tecnología de vanguardia (desde consolas de videojuegos, hasta programación de ordenadores) con una naturalidad que ni un ingeniero de telecomunicaciones tendría después de hacer un máster. Sentadas, pues, las bases de esta fantasía de ciencia ficción, el film va mucho más allá de lo que pudiera pensarse, ya que no es sólo una historia de extraterrestres malvados que vienen a invadir la tierra, y de navecitas volando pegando tiros -que las hay, y en cantidad-; en realidad de lo que estamos hablando es de un chico de 12 años, Ender Wiggins, que tras ser reclutado por la flota internacional tiene todas las características para convertirse en el gran líder militar y estratega supremo que pueda acabar con la amenaza extraterrestre.

Si tienes alguna duda entre si ver esta película en cine, o esperar a que la saquen en Blu-Ray, ya te digo que no te lo pienses: hay que verla en cine. Todo es de una espectacularidad realmente impresionante, dejando las batallas estelares de "Star Wars", "Star Trek", o cualquier otra película de ciencia ficción a la altura del betún. Madre del amor hermoso, qué barbaridad de naves, de drones, de cañones de partículas, de transportes interestelares, de planetas...una barbaridad, excesiva si estuviera falta de contenido, pero deslumbrante al tener un respaldo argumental de la solidez de la historia, en la que Ender no solo tendrá que luchar contra el enemigo, sino que tendrá que hacerlo consigo mismo para sobreponerse a sus propias emociones y sentimientos para convertirse en el luchador que todos esperan que sea, desde su propia familia -que ya ha "fallado" entrenando a sus dos primeros hijos- hasta todo el alto mando de la flota internacional, que tiene depositado en el niño todas sus esperanzas.

El proceso de entrenamiento de Ender es tan fascinante visual como argumentalmente, viajando al fondo mismo de la mente del protagonista para ver cómo va madurando y evolucionando sobre sí mismo. Es justo reconocer que el film no tiene el calado ni la profundidad del texto original, pero siendo una adaptación que ha apostado por lo fácil -o sea, la comercialidad- es un film de ciencia ficción de lo más digno, alejado de muchas fanfarrias digitales de Hollywood que no aportan prácticamente nada al género. En este sentido, hay que reconocer el trabajo de Gavin Hood, director y guionista del film, que desde el primer momento ha tomado las riendas del proyecto demostrando que puede hacer un film comercial con alma. Sus anteriores trabajos de fuertes implicaciones sociales y políticas como "Expediente Anwar" y sobre todo "Tsotsi" han demostrado con creces que el surafricano tiene sobrada capacidad para realizar cine de autor, y con su anterior film "Xmen-Origenes: Lobezno" se logró una cierta credibilidad comercial en las estructuras del Hollywood actual, cosa que le ha ayudado bastante a afrontar éste su último film, que tiene buena parte de esos dos mundos, tanto una reflexión sobre la motivación humana y la justificación para conseguir un fin, por encima de cualquier cosa, como una sobrecogedora fanfarria de efectos visuales que deja a "Independence Day" como si fuera un videojuego barato de hace 20 años.

Pero por si faltara poco, en el film el Coronel que entrena a los soldados no es nada más y nada menos que el mismísimo Han Solo, o Indiana Jones, esto es, un Harrison Ford al que, aunque empiecen a notársele los años más de lo recomendable, sigue conservando intacto su carisma ante la cámara. Ben Kingsley también está presente con un papel de importancia capital en la historia, y su interpretación -recordemos, ganador de un Oscar...- no solo está a la altura, sino que supera con creces todo lo que le rodea. Hood, ha conseguido acrisolar todos estos recursos para lograr una cinta balanceada, entretenida, y con un protagonista que encaja a la perfección en el personaje, tan atormentado como febrilmente interesado en conseguir todo aquello que sus dos anteriores hermanos no pudieron hacer.

Realmente, es un título muy recomendable, ya que como juguetito audiovisual funciona a la perfección, pero también como prospección sobre una humanidad que sería capaz de hacer literalmente lo que hiciera falta para sobrevivir, pasando por encima de cualquier condicionante ético que se pueda poner como obstáculo, con un mensaje que hemos visto en infinidad de ocasiones, y que parece estar presente en buena parte de la historia de la humanidad: el fin justifica los medios.
Federico_Casado
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8
14 de octubre de 2018
6 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante muchos años nos hemos quejado de que el cine español -esa entelequia apenas existente...- no ofrece al público productos comerciales de calidad, de que lo único que se le ofrecía al espectador eran dramas intimistas -que normalmente tenían poco presupuesto-. Pero el pulso actual de la situación del cine en nuestro país nos demuestra que no, que somos capaces de crear películas de gran producción, recreaciones históricas, comedias comerciales, y todo ello de gran calidad. Si, se puede hacer. Otra cosa es la voluntad y la capacidad de quienes se meten en estos fregaos.

Y da la casualidad que Dani de la Torre se ha arremangado y se ha metido de lleno en un complejo universo histórico, del que ha salido airoso al crear una película heredera del cine clásico de gángsters, demostrando que todos esos conflictos que hemos visto en las caras de George Raft, de James Cagney, de Humphrey Bogart, también pasaban en España. Que si en Chicago había ley seca y mafiosos, en Barcelona en 1921 había cabarets, extorsiones, sindicalistas, anarquistas, políticos corruptos y policía brutal. Un caldo de cultivo que puede explotar en cualquier momento y de la manera más agresiva. Si en su primera largometraje deslumbró con "El desconocido", con una narrativa deslumbrante y una buena trama, ahora se confirma la capacidad para contar una historia con gran soltura y sin bajar el ritmo en ningún momento: las más de dos horas de proyección te mantienen absolutamente pegado al asiento, con una fascinante historia contada de la mejor manera posible y con una factura de auténtico lujo. Cine español de gran nivel.
Pero ese marco histórico no serviría de nada sin una buena historia, y esta película la tiene: justo antes del golpe de estado que realizó el general Primo de Rivera en España en 1923, la convulsa situación laboral de principios del siglo XX en Barcelona se desequilibra cuando un tren que transporta una partida de armas del ejército es robado. Y la policía tiene que encontrar esas armas como sea, llegando un policía desde Madrid para ayudar a las investigaciones...

Aunque es cierto que el dibujo de personajes es un poco grueso -o todo lo grueso que se pudiera esperar de reconocibles arquetipos como los mafiosos, los policías, los militares, los políticos, los anarquistas...- el excelente trabajo en la dirección de actores suple ese trazo que podría haber sido mejorable, destacando sobre todo el protagonista, Luis Tosar, en plan héroe clásico que viene a sacar la basura y arreglar todos los entuertos. Merece la pena también señalar a Ernesto Alterio, que confirma su gran versatilidad con el personaje de un policía corrupto verdaderamente nauseabundo, así como un Vicente Romero que da vida al jefe de una infame brigada de investigación que puede tener todos los vicios imaginables. Y los inimaginables, también. En general, está representado casi el actual "all-star" del cine español, desde la preciosa Michelle Jenner hasta Paco Tous o Fernando Cayo, todos muy bien encajados en sus respectivos personajes.

Pero lo que realmente me ha llamado la atención, además de la deslumbrante (y cara) producción que recrea a la perfección y de manera absolutamente creíble la Barcelona de principios del siglo XX, es la maestría del director a la hora de rodar secuencias de acción que en nada tienen que envidiar a las del Hollywood más clásico -e incluso del más actual-. Había momentos en los que, evidentemente, veíamos "Los intocables de Eliot Ness" de DePalma, el "Cotton Club" de Coppola o "Camino a la Perdición" de Mendes. Pero todo ello encajado en lo más castizo de nuestro país, amén de trazar la reflexión de que en todos sitios se cuecen habas, y que lo ilegal -desde la prostitución, la extorsión, o la mismísima guerra- es lo mejor para hacerse rico rápidamente. También merece la pena señalar la excelente banda sonora

Resulta irónico que en el 2018, con todos los problemas que estamos viviendo en todos los ámbitos, podamos ver que a principios del siglo pasado también pasaba aproximadamente lo mismo. Eso es lo maravilloso del cine norteamericano, que es capaz de revisar su propia historia a través de apasionantes aventuras, de personajes reconocibles (y creíbles) y de todo un imaginario que ya se ha implantado en el inconsciente colectivo del espectador: no es sólo el séptimo de caballería y el General Custer, o Wyatt Earp, o Al Capone, o al Teniente Coronel Kilgore -ese al que le gustaba el olor del napalm por la mañana en las playas de Vietnam porque olía a victoria-, sino todos aquellos personajes que nos han desvelado las apasionantes historias que han sucedido en el pasado.

Todos los países y pueblos las tienen, igual de fascinantes, igual de intrincadas: nuestro país, las tiene como el que más: desde Viriato a Boabdil, desde Felipe II a Pepe Botella. Se puede hacer cine comercial, cine espectáculo, sin caer en la poca calidad. Si, se puede hacer cine tan fascinante como el más clásico cine americano, con la misma factura y con el mismo empaque. Y lo que es mejor, con personajes igual o más fascinantes.
Federico_Casado
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