Interesante propuesta. Aunque en algún momento parece un relato incoherente donde los secretos de los asesinatos de la dictadura están en el ambiente.
Antonia Zegers lleva el peso de la película con una gran interpretación en un personaje que va descubriendo que su familia se benefició de su colaboración con los abusos del poder y sin embargo ella no acaba de definirse.

Estamos ante una película fascinante pero distinta, muy sensible, que tienes que dejarte llevar, sobre todo en la primera parte.
Reflexión sobre el poder de la luz y de las imágenes, a través de la historia de amor entre un fotógrafo que pierde la vista y una joven audiodescriptora de películas.
La directora trabaja sobre primerísimos planos decántandose por las emociones de ambos protagonistas.
A mí me transmite toda la emoción, pero reconozco que es algo sensiblera.

Tiene el mérito de una gran superproducción española y que sabe mantener el interés de la historia contando una historia colonial.
Los peros van porque hay momentos que parece que está pensada como serie de televisión, en lugar de como largometraje de cine.
Por eso el metraje se hace excesivo.

En su ópera prima en la dirección nos presenta una fábula llena de ambivalencias morales, pero descargada de cualquier demagogia.
Para mí está más conseguida cuando el protagonista lo lleva François Daniens. Después la historia la continúa el hijo, con una elipsis que abarca varios años.
Esta presente el choque entre Occidente y el mundo islámico, los hechos trepidantes son vistos desde el punto de vista occidental.

Paris, 1942. Película sobre la resistencia, cuyo mayor logro es la novedad de que aquí los resistentes son extranjeros emigrados.
El director quiere que no caiga en el olvido esta historia con la que el se ha criado.
A mí se me hace un poco larga.