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Críticas de Melón tajá en mano
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Críticas 113
Críticas ordenadas por utilidad
4
28 de mayo de 2013
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si habré escuchado más de tres o cuatro carcajadas generales durante la proyección de la tercera entrega de ‘The Hangover’ (‘R3sacón’). Lo que sí es seguro es que las risas no sonaban demasiado sinceras, sino entrenadas para negarse a reconocer que la fórmula está agotada.

Todd Phillips ordena a sus actores con los mismos recursos de las citas anteriores, convirtiendo esta tercera parte en la más predecible y aburrida de la saga. El humor, manido a rabiar y excesivamente gratuito, aparece con cuentagotas y tiene más que ver con el slapstick que con el texto. Ni siquiera Galifianakis parece estar cómodo en un papel absurdo y sin chicha.

Solo alguna secuencia liderada por Ken Jeong logra aliviarnos del tremendo sofoco. Sin llegar a ser del todo infumable, esta tercera parte es uno de los grandes patinazos de la temporada. Todas las virtudes que encumbraron con justicia su primera parte, aquí desaparecen por completo. Incluso la banda sonora deambula con torpeza.

La comedia casi siempre se basa en la repetición, pero nunca en el hartazgo. Todd Phillips no ha jugado con fuego sino con hielo, que también quema. De lo más radical que encontraremos en la nueva sección de ultracongelados. Ojala y solo sea una mala resaca.
Melón tajá en mano
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6
7 de marzo de 2012
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la edición del Festival de Cannes de 2009 se estrenó 'LES HERBES FOLLES' ('LAS MALAS HIERBAS'), decimoctava película del incombustible Alain Resnais, quizá el último superviviente de la Nouvelle Vague. Hemos tenido que esperar la friolera de tres años para verla en nuestros cines. Excesiva demora.

'Les herbes folles' sirve para que Resnais alcance a sus noventa años la mayoría de edad cinematográfica, aunque solo sea de forma numérica y simbólica puesto que su carácter, maduro pero alocado, es el de un cineasta incapaz de acomplejarse a la hora de dejarse llevar por el desvarío.

A su edad es normal que Resnais confíe en poquita gente para llevar a buen puerto sus completas idas de olla. No hay nada de extraño en que siga contando con Sabine Azéma, musa y esposa, para los papeles protagonistas. Nadie mejor que ella para entender el carácter excéntrico y genuino con que el director dota a sus personajes. André Dussollier, otro de sus actores y cómplices habituales, es quien lleva la voz cantante a lo largo de la historia.

La nueva película de Resnais mantiene su extraño atractivo durante más de la mitad de un metraje que sin embargo al final se hace bastante coñazo. El surrealismo mueve los hilos de una pareja protagonista cuyo comportamiento se encuentra a medio camino entre lo bizarro y lo insoportable.

Su tono cómico resulta unas veces ingenuo y otras aburguesado, pero sus verdaderas virtudes están tapadas en el campo técnico: sus rupturas espacio-temporales y algún que otro movimiento de cámara merecen toda nuestra atención. La historia en sí no tarda en ponerse pesadita, rozando a ratos lo banal y superando lo pretencioso cada vez que tira de homenajes visuales a la influencia del cine en la visión romántica del personaje masculino.

Con todo y con eso, Resnais consigue con muy poquito meternos de lleno en una historia incrédula cuyo principal gancho está en la torpeza de unos individuos que no cesan en su afán de huir y rehuir al encuentro del otro. Lo que la casualidad ha unido que no lo separe la razón.
Melón tajá en mano
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2
22 de noviembre de 2011
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un buen día dos directores brasileños, Clarissa Campolina y Helvecio Marins Jr., deciden tomar aire y soplar lo más fuerte posible hasta formar un remolino o 'GIRIMUNHO' (así se dice en portugués y así se llama la película) donde viejos y mayores del interior de Brasil puedan volar juntos con sueños y sin límites.

El experimento comienza con un desconcertante baile de figuras humanas a contraluz y al son de los timbales. Los directores se empeñan plano tras plano en demostrar que tienen bien aprendida la técnica. Y aunque los encuadres, la profundidad de campo y los sonidos diegéticos sean de bellísima factura, se han olvidado de dotarlos de intencionalidad narrativa.

En cierta medida es comprensible el tratamiento primitivo de los actores, pero no tanto el tono aséptico y distante de la mayoría de diálogos. Tampoco el abuso de miradas perdidas en busca de lo trascendental. Está bien poner la tilde sobre lo esencial de lo cotidiano en la vida rural. Aún así sería más efectivo tocar pie en un punto intermedio entre lo documental y lo paródico-costumbrista en lugar de nadar a la deriva.

Bastan diez minutos de filme para descubrir que la intensidad dramática no se consigue alargando la duración de los planos sino matizando el contenido de los mismos. Muchas secuencias de la segunda mitad de película son más narcisistas que efectivas y, pese a lo consecuente de mantener el tempo acorde a la atmósfera que describe, la duración final se hace insostenible.

Puede que el ritmo de la vida real sea más lento y que en ella pasen cosas más aburridas, pero demonios: esto es cine. Hay que mojarse y contar historias más allá del retrato, la realidad y el remolino.
Melón tajá en mano
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7
15 de diciembre de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque solo haya visto una película de Anthony Quinn, puedo garantizar y garantizo que su carácter, su rostro y su mirada desprenden una ternura canallesca de lo más genuina y poco habitual. Su papel co-protagonista en 'Zorba the greek' calienta el corazón del hombre más amargado del planeta Tierra.

El bien escogido Alan Bates, la hermosa Irene Papas y, por encima de todos, la superlativa Lila Kedrova completan el cuadrilátero emocional de una película bella, atemporal y fabulosamente ultraterrenal. Michalis Kakoyannis entró en el olimpo cinematográfico gracias a un filme repleto de escenas y diálogos que evocan a los aspectos más magnéticos del ser humano.

Puede que la única película que este director greco-chipriota (concretamente de Lemesos) grabó con pasta yanqui sea la mejor de su carrera. El dinero se convierte en una bendición cuando ayuda a rodar e inmortalizar uno de los mejores finales de la historia del cine: Quinn y Bates bailando contra el mundo al son de Mikis Theodorakis. Apoteósico.
Melón tajá en mano
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8
14 de diciembre de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La neozelandesa Jane Campion tocó techo creativo con una cinta conmovedora que además recogió multitud de premios allá donde estuvo nominada, incluyendo la Palma de Oro en el Festival de Cannes.

La propia Campion se encargó de escribir un guión riquísimo en matices, colores, personajes, silencios y miradas. La actuación de Holly Hunter queda ya para la eternidad de nuestras retinas. Si el duelo mantenido por Harvey Keitel y Sam Neill resulta apasionante, el debut de Anna Paquin es de una intensidad abrumadora pocas veces vista en alguien de tan corta edad.

A todo lo anterior hay que sumar una fascinante y cálida banda sonora compuesta por Michael Nyman que queda registrada a fuego lento en nuestra sesera. The Piano es una pequeña gran joya que merece ser redescubierta y revivida lo largo de los tiempos.
Melón tajá en mano
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