Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
9
14 de diciembre de 2012
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una discusión que lleva ya bastante tiempo: Hay quienes sostienen que solo tres cosas se necesitan para ejercer debidamente un oficio: práctica, práctica y práctica. Y están también los que piensan que, estudiando, se trasciende el oficio y éste se convierte en profesión. Pero, creo yo que lo cierto se encuentra en un equilibrio entre ambas cosas y lo que se requiere para un óptimo ejercicio es conocimiento teórico-práctico no solo de… sino de lo relacionado con… todo esto adicionado a la reforzadora experiencia.

James Gannon (o Gallagher) es un empírico periodista de vieja data, despectivo con los intelectuales y con gran repulsa por las escuelas… pero su experiencia lo tiene ya como editor del periódico New York Evening Chronicle. Su frase predilecta es nada menos que ésta:”Si quieres ser periodista, nunca lo aprenderás en la escuela”.

Un día, las circunstancias lo llevan hasta una escuela de periodismo, pero de invitado –con su rechazo absoluto-, pasa a convertirse en alumno de la encantadora profesora Erica Stone, a quien él subestima, y descresta, queriendo demostrarle (y demostrarse) que se aprende más haciendo que estudiando. Pero, como del odio al amor no hay sino un suspiro, llega el momento en que cada uno siente que el otro es más interesante de lo que parece… y la profesora termina sintiendo que le están moviendo el piso pues, el supuesto empapelador, luce para ella como un talento malogrado que debió, desde hace mucho rato (pues ya está bastante mayorcito), haber sido periodista.

Aunque lo mejor de esta deliciosa comedia -inicialmente escrita como drama, pero modificada al encontrar rechazo en varias productoras- es, sin lugar a dudas, Hugo Pine (magnífico Gig Young), el aventajado psicólogo, prolífico escritor… y absolutamente todero, que pone nerviosos a Erica y a Gallagher, también creo que esta es la mejor actuación que le he visto a Clark Gable, por encima de “Sucedió una noche”, “Lo que el viento se llevó” o cualquiera otro de sus éxitos. La soltura, la compenetración y lo encantador del personaje que aquí representa, me deja plenamente satisfecho, al igual que Doris Day, comediante hasta la médula y nacida con la gracia en cada poro.

Con “ENSEÑAME A QUERER”, el director George Seaton, tiene aquí otro de esos estupendos momentos que, de tanto en tanto, sacaba de su bolsillo. Logra un certero debate sobre la escuela y el empirismo, poniendo las cosas en su preciso lugar. Demuestra que también la psicología es otra forma de brillante astucia, como la que puede aprenderse trasegando por la vida. Y de ñapa, nos ofrece unos estupendos diálogos y algunas escenas antológicas como la lección de redacción que, en clase, brinda Gallagher a la profesora… y sobre todo, la secuencia de la cena en el bar donde Gig Young, y también Gable, están como nunca antes en sus vidas.

“ENSEÑAME A QUERER” es de la clase de filmes que me hacen sentir que se merecían mucha, pero mucha, mejor suerte. La he pasado de maravilla.
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
16 de marzo de 2012
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por muchos años, sobre todo en tiempos de Semana santa, me pregunté quien sería aquel hombre que clavó a Jesús de Nazaret en la cruz y luego le enterró la lanza en un costado para asegurarse de que estuviera muerto. No sé por qué, pero aunque me dolía profundamente la muerte del Mesías, me conmovía, más aún, el sufrimiento de este desgraciado. Pues Jesús lo tenía todo a su favor en la posteridad, pero este soldado podía haber perdido absolutamente todo lo que era su vida. ¿Cómo se llamaba?, ¿A qué familia pertenecía?, ¿Cómo había vivido?, ¿Qué labores había hecho como soldado?, ¿Por qué tuvo que ser él, el elegido para semejante tarea?, ¿Cómo se sintió después?, ¿Qué ocurrió con su vida?

Ahora, al ver “LA TÚNICA SAGRADA”, me doy cuenta que no soy el único que se había hecho preguntas como éstas. Y me complace saber que fue Lloyd C. Douglas, el mismo autor de esa gran obra titulada “Magnífica obsesión” (llevada con éxito al cine en varias ocasiones), el hombre que indagó profusamente sobre estos hechos y luego escribió esa emotiva, valiente e iluminada obra titulada “La Túnica” (The Rope).

Fue Henry Koster, el director que la llevó al cine, creando el primer Cinemascope en ser exhibido públicamente, y consiguiendo una obra que hace decidida referencia a algo tan relevante, comprometedor y significativo en términos de amor y humanidad, como el derecho a la redención de los peores asesinos, mediante un estudio concienzudo de su existencia. Algo como lo que haría posteriormente y con absoluta maestría, Truman Capote con su maravillosa “A sangre fría”. Esto es lo que no vió la crítica de cine que denostó la película de Koster… o quizás sea, precisamente, lo que motivó su rechazo. Sin embargo, “LA TÚNICA SAGRADA” se llevó el Globo de oro a la Mejor película y obtuvo dos premios Oscar.

El filme tiene una puesta en escena impecable; fotografía, música y edición, bastante correctas; el guión, escrito a dos manos entre Albert Maltz (uno de los notables Diez de Hollywood) y el brillante Philip Dunne ("¡Que verde era mi valle!", "El mundo de George Apley"...) está lleno de vitalidad y fuerza dramática; y un conjunto actoral muy preciso, con Richard Burton, Jean Simmons y Michael Rennie dándonos vigorosas interpretaciones. Algunos momentos son trabajados por Koster con profunda eficacia, como el encuentro de Demetrio con Judas, el seguimiento del camino hacia el calvario, o esa escena cumbre cuando, la fe absoluta y la dignidad del espíritu, se imponen contra la soberbia de los poderosos.

Esta es una película necesaria, imprescindible diría yo, para aquellos que, desde el fondo de su alma, sientan deseos de aprender a vivir como se debe.

Título para Latinoamérica: “EL MANTO SAGRADO”
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
13 de febrero de 2012
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película colombo-española puede dividirse en dos partes: La primera bastante floja donde conocemos a un director de orquesta que acaba de recibir un mensaje de su novia donde le dice que han terminado, y ella, después, ya no aparece por ninguna parte. Que sea director de orquesta, empeora la situación porque resultan muy poco creíbles los dos momentos en que le vemos dirigir a la Orquesta Sinfónica de Bogotá. Y además, hubiese dado lo mismo si fuera un empresario, un narcotraficante o un político cualquiera, porque su profesión no enlaza nada que se relacione sentidamente con la historia, y todo lo que vemos, es a un seductor con novia perdida, amante en cama y súbdita de desvare. Es más, creo que como político o narco hubiera despertado mayores sospechas y sería más entendible cuando sabemos el tipo de muchachitas con las que está ligando.

También en esta parte, las escenas cargan con un voyerismo un tanto oportunista y parcialmente insustancial, las actuaciones son tan planas como la sabana de Bogotá y las vocalizaciones parecen de debutantes sin escuela (y estamos hablando de actores que tienen ya una larga trayectoria). Curiosamente, cuando en un breve papel entra en escena la canadiense Alexandra Stewart, es a la única que le entendemos sin tener que hacer un gran esfuerzo.

Viene luego la segunda parte, donde vemos “la cara oculta”. La historia se repite desde otra perspectiva cobrando significado, y comienza un “esto-es-entre-tú-y-yo” bastante logrado y puesto a cargo de los personajes de Belén y de Fabiana, quienes comienzan a aflorar sus instintos. Las actrices, Clara Lago y Martina García, lucen muy asentadas apropiándose finalmente de sus roles; se deja de lado, casi total y felizmente, al director de orquesta; y la trama cobra un marcado interés con las situaciones que se presentan enseguida. Un thriller de situación extrema, desdoblamiento de personalidades e inescrupulosos afanes posesivos, va teniendo lugar y el director, Andrés Baiz, se luce con los aspectos técnicos, pues sus encuadres, edición, iluminación, manejo del espacio-tiempo… son de muy buen nivel.

Director de gran éxito con su primera película “Satanás”, Baiz demuestra que tiene oficio, aunque debo decir que, “LA CARA OCULTA” se queda en la posición de mero entretenimiento, mientras que, aquella otra, profundizaba muy seriamente en las motivaciones humanas.

Se deja la puerta abierta para una posible continuación… pero "hay puertas que nunca deberían abrirse".
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
6 de enero de 2012
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Robert Dudley, conde de Leicester, Robert Devereux, conde de Essex, y Sir Walter Raleigh, pirata, político y escritor, fueron los amantes más conocidos que tuvo la reina Elizabeth I de Inglaterra quien, al contrario de tantísimos hombres, nunca se “quemó” con sus devaneos amorosos pese a que, como era de esperarse, generó toda suerte de roces, conspiraciones y envidias, entre los incontados caballeros que pretendían sus favores, pero no porque ella fuera atractiva, sino porque detrás suyo estaba el poder. Y, bien es sabido que, los hombres más ambiciosos del mundo indefectiblemente buscan ocupar una silla en los recintos gubernamentales.

Una casi-clonada Bette Davis, por segunda vez se posesiona del carácter de la reina como si fuese ella misma, logrando con firmeza su fuerte temperamento, su ambigüedad entre ceñirse al deber o seguir los dictados de su corazón enamorado, y dispuesta a conceder grandes favores a cambio de poder exigir la satisfacción de sus apetitos personales que luego ella misma minimizaría haciéndose llamar, hipócrita y maliciosamente, “La reina virgen”.

La historia se centra esta vez en la relación de Elizabeth con Walter Raleigh, el aventurero que se las ingenia para entrar en palacio, sirviéndose de la ayuda del viejo amigo de su padre y ex-favorito de la reina, el conde de Leicester (representado a propósito por el actor Herbert Marshall, quien había sido el partenaire de la Davis en los notables filmes “La carta” y “La Loba”). Richard Todd, como Raleigh, hace lo mejor que puede para ponerse a la altura de la gran diva, pero, como en “La vida privada de Elizabeth y Essex” de Michael Curtiz, todo está dado para que las palmas se las lleve de nuevo la espectacular Miss Davis.

El guión contiene atinados diálogos y algunos apuntes bastante atractivos, como cuando a la vista de Beth -su enamorada e instructora sobre las costumbres de palacio-, a Raleigh le toca sentarse en el cojín de la sumisión. Muy buena también la improvisada boda entre Raleigh y Beth, teniendo como testigos a dos humildes sirvientes. Y, ¡cómo olvidar la ceremonia en que se bendice la partida de Raleigh en busca de tesoros! Pero, el afán de acercarse en lo posible a los hechos históricos, conservando la máxima discreción con los personajes, pesa sobre la dinámica de la película haciendo que el ritmo decaiga por momentos y que la narración, en general, resulte un poquito sosa.

Muy ajustada la ambientación que logra el director Henry Koster, y fue muy correcta su dirección de actores, pero la relación que se presenta entre Sir Walter Raleigh y la controvertida reina de Inglaterra, no ofrece suficientes matices como para que éste sea un filme relevante. Sólo nos queda la clara idea de que la prosperidad de los reinos, se consigue siempre a cambio de la ruina de los pueblos.

Título para Latinoamérica: “LA REINA TIRANA”
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
10 de septiembre de 2011
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay nada como un buen cuento para dejar sembrada en el alma una lección inolvidable. El cuento aleccionador y bien contado, transmite imágenes resplandecientes que se visionan al nivel más profundo de nuestro ser; al re-crearse en la mente del que lo escucha, queda guardado al igual que aquello que se ha vivido directamente; y al contener una vivencia que ejemplariza, impacta y conmueve, despierta aprobación y se preserva como un pequeño tesoro que no quisiéramos perder jamás, porque, aunque no lo sepamos o no lo creamos, cada cuento es un regalo mágico del universo.

Hans Christian Andersen (1805-1875), fue un grandioso contador de cuentos. Nacido en un ambiente pobre en Odense, Dinamarca, nunca tuvo otra ambición que la de convertirse en un Digter (escritor de alta estima). Huérfano de padre desde muy niño, vivió muy solo, pasando las horas libres con los juguetes que él mismo se fabricaba. Trabajó en una procesadora de telas, y a los 14 años se trasladó a Copenhague con la esperanza de mejores oportunidades. Pronto se le abrieron algunas puertas y con la ayuda de un tenor italiano tomó lecciones de canto, y con el impulso de su luego mentor, Jonas Collin, a los 17 años ya había publicado su primer relato, a lo que seguirían poemas, obras teatrales, libros de viajes, novelas… y sus más célebres cuentos de hadas: “La sirenita”, “El traje del emperador”, “La reina de las nieves”, “El soldadito de plomo”, “La vendedora de cerillas”, “Las zapatillas rojas”, “El patito feo”…

La película de Charles Vidor, como se aclara al comienzo, no pretende ser la biografía de Andersen, pues, apenas toma, modificados, unos cuantos rasgos de su vida. El resto, es otro cuento de hadas salido de la imaginación de Moss Hart y de Myles Connolly donde, Andersen y algunas de sus narraciones, son los elementos centrales.

“EL FABULOSO ANDERSEN” sobresale por su composición visual donde, los exquisitos escenarios, la cálida iluminación, los magníficos vestuarios y la precisa fotografía, confluyen en transportarnos a un ambiente perfecto de cuento de hadas, lo que hace ideal ver esta película en pantalla gigante. Después, las canciones “El patito feo”, “Pulgarcita”, “Yo soy Hans Christian Andersen” y demás, resultan muy atractivas y muy bien interpretadas por el comediante Danny Kaye, quien caracteriza a Andersen con enorme simpatía. Finalmente, la coreografía del ballet “La Sirenita”, encargada a Roland Petit e interpretada por la co-protagonista y bailarina Jeanmarie, es exquisita como ballet y de un preciosismo visual inobjetable. Al final, sentí que faltó algo más de historia, pero, en su connotado estilo musical, la película me deja, no obstante, muy a gusto.

Título para Latinoamérica: “HANS CHRISTIAN ANDERSEN”
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Más sobre Luis Guillermo Cardona
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow