Un perfecto trabajo de definición de sentimientos a través de las palabras, de los diálogos, de cómo descubrir los sentimientos, lo difícil de definirlos y sobre todo de expresarlos para poder aceptarlos. El guión nos detalla sólo lo necesario para poder entender las personalidades de los protagonistas, y a partir de ahí, con sus palabras, empezar a comprender sus actuaciones, sus necesidades, sus carencias, sus anhelos, ... desnudarnos el alma: los vemos sin mediación, sin que nadie nos lo cuente, tenemos sus corazones en nuestras manos. Gran trabajo de concisión de prioridades en las tramas, las historias secundarias sólo aparecen lo necesario para aupar a los protagonistas, y aún así el tempo se retrotrae para hacernos sentir dentro de ellos. Una clara apuesta por un buen guión, que además sorprende por la intencionalidad de muchos de sus planos: los indirectos ganan peso par ayudar a la expresividad... los cenitales empequeñecen en el momento adecuado a los actores, para ejemplificar sus estados de ánimo... los cortos nos acercan más y más y nos introducen en la historia... la imagen al servicio de la historia.

Una historia irónica y fascinante que narra de forma magistral el poder de las palabras, de la literatura, pero de forma visual... Nos adentramos en una narración engarzada al milímetro en el que unos embriagadores y perturbadores personajes nos dan la información suficiente para querer deascubrir e imaginar a la vez. Una narración que refleja y mezcla realidad, ficción y deseo, haciéndonos copartícipes de la omnipresencia narrativa, viéndonos jueces y acusados, dioses y plebeyos de la historia. Un canto a la literatura con un guión rico en matices, unos diálogos frescos e irónicos que demuestran que los personajes forjan su evolución a través de los actos, pero criticados por sus palabras.
Lo bello de esta red es que salimos a la mar y no somos capaces de pescar, sino que somos pescados, atraídos y embriagados por el fino hilo de la historia. El causante son los personajes: atrayentes, influyentes en el espectador, con el don de la elección como espejo, como representación electiva del espectador. Mezcla de ficción y realidad narrativa acabamos siendo un personaje más.

Aunque a veces traspasa el límite, vemos una historia de sentimientos y de desgaste, un tratamiento decidido a mostrarnos las dos caras de la historia, mezclando el principio y el fin a la vez, conjuntamente se interrelacionan para poder pasar de la antítesis a la paradoja... y ahí radica el problema, se nos empatiza demasiado pronto con Gosling mientras que Williams se mantiene entre claroscuros... no logramaos ver causa y efecto... como muchas veces nos pasa en la realidad. El guión pensado para ir detallando la trama poco a poco peca de descompensado, aunque logra su fin: que el espectador busque la justificación, manteniendo la atención. Las interpretaciones de los protagonistas son sentidas, a veces de más, pero la temática logra diluirlas en la hustoria sin que sobrepase el melodrama. Toda una declaración de sentimientos que se acerca a lo que todos tememos y nunca declararemos... Todo un acierto la banda sonora.

Con una imagen seca y osca y un estilo documental Larraín enlaza el discurso con retazos visuales, que se unen conformando la idea de forma magistral... con un estilo realista nos adentramos con la ironía, la imagen y la comunicación como pilares que sustentan la película. Puede llegar a involucrarnos y a posicionarnos, puede ser su forma de dosificar, su forma de enlazar lo discontinuo lo que le da belleza y ayudado por su imagen decadente nos reafirmamos en los personajes. Los contrapuntos, las paradojas de ideas le dan atractivo, vender el producto, hace de la película un producto actual, todo un acierto que hace que empaticemos con el film. Gael acierta con su mezcla de pureza y miedo, Alfredo rotundo y perfecto es el alma, es la personificación de la historia, un contrapunto que confluye en su antónimo, y a la vez en su antagonista necesario. Una forma de personificar las ideas que hacen de la película más llevadera y comprensible.

Una dramática historia de sentimientos, de guardar lo que se piensa, de escupir el alma cuando la razón no responde. Utilizando todos los recursos narrativos de un guión tenso, los actores representan el drama y la emoción, haciendo sentir la desgarradora injusticia del Sino. Los actos del pasado siempre pudieron ser los causantes del futuro, y la película muestra que nunca se podrá saber, pero si se sabe que son los causantes de nuestro futuro...
Unos actores sublimes, con Spacek y Wilkinson como emblema, nos enseñan como se puede sentir de forma contrapuesta y dejarnos entrever que no somos iguales en el fondo ni en la forma. Un trabajo de silencios aguantados por la sensibilidad de unos diálogos contundentes y austeros... Destacar también a Tomei que escenifica a la perfección la duda de la inexperiencia, la contradicción del que se siente sobrepasado. Un trabajo de personajes que glorifica la cinta.