Entre colores intensos y una melódica banda sonora, en mitad de Argelia, Mounia Meddour nos sumerge en una historia amarga y luminosa a la vez. Y es que, a pesar de que relata situaciones agresivas y traumas duros, la película es tan vitalista que deja cierta sensación de alegría flotando en el ambiente.

La directora reúne a diversas mujeres que han padecido violencia y, entre ellas, coloca a la protagonista, una brillante e inspiradora Lyna Khoudri que se come la pantalla con su actuación. Este grupo femenino –oprimido de verdad y con problemas serios– se entrega por completo a su rehabilitación y, sin ningún tipo de victimismo, luchan por recuperar la ilusión y las ganas de vivir que otros les han robado.

A través de primeros planos, expresiones de la cara, silencios y lenguaje de signos (ya que algunas sufren mutismo postraumático), la cámara captura cómo la amistad, la familia y la ayuda mutua son grandes aliados para cerrar heridas. Y junto a las coreografías y el vaporoso vestuario, conforman un optimista canto a la vida y a las mujeres.

www.contraste.info

Carla Subirana es una cineasta catalana con una larga experiencia en la realización de guiones, en la dirección y en la docencia de estudiantes de Comunicación Audiovisual y cine.

Su último proyecto, Sica, cuenta con el patrocinio de la Universidad Pompeu i Fabra de Barcelona, en concreto el Master en Documental de Creación. Este origen puede explicar el tono de exposición paisajística y etnográfica que tiene el film, aunque relate un drama muy humano y no se pueda clasificar como un documental.

Subirana demuestra pulso y oficio en la filmación del agresivo, lacerante y precioso paisaje de la costa gallega y de sus recias gentes, azotadas, no solo por el viento sino por unas condiciones de vida subyugadas a la generosidad del mar para ofrecer pesca y perdonar la vida. La lucha, el duelo, la camaradería… pero también los recelos, el rencor, las envidias o el secretismo, juegan un importante papel en el mundo en el que se mueve la joven Sica.

El conjunto, sin embargo, resulta irregular. A pesar de la precisión y belleza con la que describe paisajes y ambientes, Carla Subirana construye un guion, en lo dramático, poco empático, que avanza a trompicones y con ingredientes muy poco verosímiles, sobre todo teniendo en cuenta el género de la película.

Todo el peso descansa sobre los hombros de Thais García, la joven promesa que interpreta a Sica. Su actuación sostiene con firmeza la hora y media de metraje mientras a su alrededor van sucediendo acontecimientos sorprendentes en el mal sentido. Quizá Subirana pretendía dar a la historia un halo intemporal, como lo es el duelo que frecuenta por desgracia la dura vida de las gentes del mar, pero no es de recibo la falta de identificación de un cuerpo o el infantilismo del acoso que sufre en el instituto por parte de gente demasiado mayor para ese tipo de ofensas. Tampoco encaja con coherencia el papel de su madre (que habla en catalán para liar más el asunto, ya que el resto fala galego). En definitiva, mucho que aprovechar por separado pero, en conjunto, resulta un proyecto fallido.

www.contraste.info

Los hermanos Kendrick vuelven con otra película, esta vez basada en hechos reales –es sorprendentemente fiel a lo narrado en el documental I lived on Parker Avenue–. Por ello, cuando parece exageradamente optimista, no viene mal recordar que la historia sucedió así en la vida real.

Con una ambientación muy luminosa –y una elección de colores para cada personaje que llama la atención–, se desarrolla un relato con la misma luz que su escenografía. Los protagonistas transmiten comprensión hacia las decisiones ajenas y, sobre todo, gratitud ante la oportunidad de la adopción. Puede chocar que todo parezca bonito –aunque no se olvida de mostrar ciertos momentos duros y emotivos– pero no por ello deja de ser un testimonio veraz sobra la adopción.

Con toques de humor aportados por las intervenciones del divertido mejor amigo, Marca de vida es una sencilla película que hace sentir bien y es un canto a la vida y a la familia (tanto la biológica como la adoptiva).

www.contraste.info

Maryam Touzani aborda, en su segundo film, la homosexualidad. Y lo hace con pudor y sensibilidad, a través de un relato cotidiano sobre una pareja con un negocio y el nuevo aprendiz que contratan para ayudarlos.

Para ello, la cámara recorre diversos rincones de la casa o de la tienda, poniendo el foco en detalles ordinarios. De este modo, el espectador se sumerge en el universo de los caftanes y observa el minucioso trabajo del sastre protagonista, a la vez que lo acompaña también a casa, con su mujer. Así, queda una cinta elegante llena de detalles preciosistas que, junto con las maravillosas interpretaciones, elevan la calidad del conjunto.

Al final, la audiencia se encuentra ante el retrato de un matrimonio, en una historia honesta y dolorosa. Y, aunque podría reducir su metraje y las opiniones pueden ser más o menos afines al público, no deja de plantear situaciones inspiradoras. No obstante, es cierto que edulcora una situación dramática y oculta su dureza bajo una solución fácil y sentimental que puede confundir.

www.contraste.info

Una aversión entre hermanos que ha durado varias décadas daba pie a muchos interrogantes y varias líneas argumentales sólidas de camino a la posible reconciliación. Sin embargo, el guion de Asuntos familiares va a la deriva sin querer evitarlo y deja una historia en la que solo hay odio, sin motivo aparente.

Por ello, este espectáculo de lloros, gritos y ojos humedecidos resulta afectado y absurdo para el espectador, que va perdiendo poco a poco el interés en el porqué de esa enemistad. Al final, el público deja de intentar averiguar qué pasó o cómo evolucionaron así los personajes pues parece poco probable que la cinta responda. Y, al acabar, uno acaba preguntándose no solo por qué sollozan los personajes sino, en general, el porqué de esta extraña película.

www.contraste.info