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Críticas de Federico_Casado
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Críticas 662
Críticas ordenadas por utilidad
2
25 de enero de 2019
51 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como amante de cómics de toda la vida, tengo que reconocer que me ha costado realizar esta crítica. Sobre todo porque cuando vi la película no podía dar crédito a tal porquería: DC cómics y Warner, tras el relativo fracaso de sus anteriores películas de superhéroes, que tenían un tono mucho más profundo/grandilocuente, han decidido que lo que vende es el despelote, las gracietas, los efectos especiales y -como siempre han pensado los ejecutivos de Hollywood, que no tiene ni puta idea de cine- "hacer lo mismo que lo que ha funcionado antes". Bueno, pues con todos esos argumentos han destilado una película que, funcionando bien en taquilla (sobre todo por un lanzamiento publicitario realmente brutal, en la más clara estrategia de "toma el dinero y corre"...), es un despropósito de proporciones realmente dantescas: es muy difícil imaginarse algo tan zafio, tan chillón, tan hortera, tan mal escrito, tan poco coherente. Un delirio de colorines que más parecen unos dibujos animados (luego hablaremos de las referencias Disney...) que una película....

Si empezamos por el principio, Aquaman siempre ha sido -y creo que será- un superhéroe menor dentro del universo DC: ni ha tenido la fama de Supermán, ni la profundidad de Batman, ni la popularidad de Wonder Woman. Es más: únicamente a raíz de formar parte de la Liga de la Justicia -el grupo de superhéroes de DC- es cuando ha sido medianamente conocido por el gran público. Sus historias siempre fueron mediocres, y salvo cuando ha sido participado de autores como Alex Ross (en su impagable saga de cómics "Justice") siempre tuvo un perfil más infantil que otra cosa.

Su traslación al cine además ha tenido otro matiz importante: se han cargado al personaje, de punta a cabo. O sea, lo han reinventado estéticamente, por la única razón de haber cogido a un personaje famoso (Jason Momoa) y como se hizo famoso con la serie "Juego de Tronos", han intentado aprovecharse por la cara de esa popularidad haciendo que Aquaman ahora sea prácticamente igual que el personaje de Khal Drogo, que hizo famoso a ese actor. Y digo lo de "actor", porque el señor Momoa es un dechado de absoluta inexpresividad, cuando no de pésima interpretación. O sea que de un ilustre y noble príncipe submarino lampiño y de cabello rubio platino -precisamente características propias del personaje, que lo definen, como a Supermán lo define su capa y su capacidad de volar (y aquí me acuerdo de la conferencia de Kevin Smith cuando le dicen que hiciera el guión de una película de Supermán en la que no volara, ni tuviera capa...)- lo han reciclado en un macarra peludo, con rastas y tatuajes, marcando musculitos y que en los momentos de máxima tensión argumental, suelta un estúpido y ordinario chiste sin gracia. O sea, el acabóse.

A nivel argumental, hay tan poca chicha que se puede expresar con muy pocas palabras: una reina de Atlantis tiene un hijo con un farero y de él nace un mestizo que rivalizará con el otro hijo para reclamar el trono de los siete mares, en una batalla submarina en la que será ayudada por... ¿la sirenita? Si, si, como lo oyes, porque Amber Heard en esta película es casi una traslación del personaje de Ariel, la mismísima sirenita, tanto en estética como en carácter. Y esto me da pie para entrar en faena: hasta el pulpo que toca la batería en la famosa película de Disney aparece en la película; hasta el rey de los mares -que ahora lo interpreta Dolph Lundgren-. Es de no creer, cuando encima los efectos digitales de las secuencias submarinas llegan a ser tan chillones, tan extremos, con tantísimos colorines irreales, que parece que estemos en un videojuego barato. Vamos, si "Avatar" te parecía irreal, esto es ya directamente de Play Station de todo a cien.

Pero es que no es solo eso, es que el desquiciado argumento no avanza con una cierta coherencia, sino que lo hace sencillamente para que las cosas salgan como debe de salir: no sabemos cuáles son las "reglas" de ese supuesto mundo imaginario donde existe Atlantis, ni los poderes que tienen los seres del océano (y que van cambiando o sorprendiéndonos sin que los esperemos, para solucionar problemas), ni la presencia de ellos en la humanidad, ni cómo surgieron o por qué, ni nada de nada. Un despiporre que tiene menos credibilidad que un (mal) cuento infantil. Porque ese es nivel, señores: una película para niños no demasiado exigentes, que además mantiene la estructura de un (mal) programa de televisión, en el que si dejas de mirar un poco para comer palomitas, chocolatinas, ir al baño o rascarte la cabeza, tampoco importa mucho, porque no te pierdes nada. Y como a los niños le gustan los dinosaurios, pues dinosaurios al canto. Y como les gustan los tiburones, pues tres mil tiburones. Y pulpos, y Krakens, y calamares gigantes, y la madre que los parió. Un desmadre de los que pocas veces he visto en la historia del cine. Todo mezclado sin orden ni concierto, y palante, que esto es pa forrarnos y lo demás nos importa tres pepinos.
(CONTINUA EN SPOILER SIN SPOILER POR FALTA DE ESPACIO)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Federico_Casado
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6
26 de septiembre de 2009
32 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
El universo cyberpunk vuelve a las pantallas de la mano de este producto, a camino entre “Yo, robot”, “Blade Runner” y todas las distopías de Gibson y Orwell: en el año 2050 resulta que la humanidad se ha convertido en lo que planteaba la Pixar en “Wall-E”, un grupo de gordos y desaliñados conectados a unos ordenadores que están conectados sensorialmente a réplicas robóticas de sus dueños, mejoradas, optimizadas, embutidas en trajes de diseño y peinados caros. En esta ¿perfecta? Sociedad no hay crímenes, ni problema alguno, pero las cosas parecen cambiar cuando se produce el asesinato de un humano a través de su robot, con un arma hasta ahora desconocida, y un detective tiene que dejar incluso de lado a su homólogo cibernético para realizar la operación. Sobre el papel, parece que Jonathan Mostow ha ido un paso más allá después de haber dirigido la parcialmente fallida “Terminator 3: Rise of the Machines”, mejorando notablemente su relación con los androides mecánicos. Ahora éstos no sueñan con ovejas eléctricas, como dijera Philip K. Dick, sino que más bien, sueñan con ser de verdad, o ¿acaso es eso lo que sueñan sus “operadores” (que es como llaman a los seres humanos reales que están detrás de las máquinas)? Un panorama francamente desolador, mucho peor que cualquier futuro apocalíptico, sencillamente por que cada vez se acerca a mayor velocidad. Es como el “Second Life”, pero a lo bestia…¿Qué tiene problemas de calvicie? No hay problema, en su réplica le ponemos un flequillo de lo más mono (como le sucede al robot del protagonista, el calvísimo Bruce Willis). ¿Michelines, estrías, pecho caído? Tampoco pasa nada, porque su robot ahora tendrá las cachas más duras que Naomi Campbell y unas tetas que harían palidecer de envidia a la mismísima Pamela Anderson. Pero a todo esto ¿esto es de verdad? (sigue en spoiler...)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Federico_Casado
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3
21 de mayo de 2016
30 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vale, sí, lo confieso, estoy empachado: en muy poco tiempo hemos estado con Batman, Supermán, el Capitán América, Iron Man, Viuda Negra, Bruja Escarlata, Máquina de Guerra, Soldado de Invierno, Visión, Spiderman... estoy empachadito de superhéroes. De acuerdo, hay diferencias, porque mientras DC -esto es la editorial de Supermán, Batman...- se lo toma un poquito más en serio, Marvel ha optado directamente por convertir la fábrica de sueños en un restaurante de comida rápida. Cuanto más rápida mejor: antes las películas eran suculentos menús hechos artesanalmente con mimo, inteligencia, creatividad, sorpresas... ahora se parece mucho más a las ofertas clónicas con patatas, refresco y postre. Está bien, no nos engañemos: siempre han sido productos hechos en fábricas. Pero el ritmo, el mimo y el respeto con que se hacían las películas antes no son igual que ahora.

Aunque Singer fue en su día un cineasta reputado con películas tan interesantes en su haber como la brillante "Sospechosos habituales" y "Verano de Corrupción", luego escoró rápidamente al mundo de las adaptaciones de los cómics al cine con los primeros "Xmen"; fueron dos películas interesantes, bien hechas y que abrieron brecha a la hora de trasladar a imagen real todo el universo del cómic Marvel (todo ello antes de que Disney comprara la compañía) con una visión que se correspondía mucho más con la tendencia de Marvel en sus cómics de toda la vida. Sobre todo la segunda parte de los Xmen (año 2003) era de las mejores adaptaciones que se hayan hecho del cómic a la gran pantalla.

Pero inexplicablemente, Singer decidió dejar de lado el rentable universo de los Xmen para embarcarse en un megaproyecto también relacionado con los cómics, pero centrado en el superhéroe más famoso de la historia: "Supermán Returns" (2006) fue una metedura de pata de proporciones tan épicas que ni siquiera la presencia del gran Kevin Spacey como Lex Luthor consiguió que cayera en la más profunda ignominia, destrozando la trayectoria de Singer y casi hundiendo la de actor que dio vida al hombre de acero en la película, Brandon Routh.

Tuvieron que pasar unos cuantos años para que Singer retomara las adaptaciones del cómic al cine -tras una tambaleante trayectoria en esos años- con Xmen: días del futuro pasado (2014), que recogía los propios orígenes de esos personajes en el racismo y la intolerancia y daba la pauta a los nuevos actores que ya aparecieron en Xmen: Primera clase, dando vida a Magneto -Michael Fassbender-, Mística -Jennifer Lawrence-, Hank McCoy "La Bestia" -Nicolas Hoult- y el profesor Xavier -James McAvoy-. Todo preparado para un reboot en toda regla para seguir exprimiendo la historia. El problema es que después de sentar las bases, la factoría ya se ha puesto en marcha de manera indigna, y la máquina de zumos se ha convertido en una máquina expendedora de refrescos que tienen muy poquito porcentaje de zumo. El resto son conservantes y colorantes.

La historia, uno de los arcos dramáticos clásicos de los mutantes en Marvel, es la de Apocalipsis, un mutante legendario que viene del antiguo Egipto (en el año 3600 a.d.c.) y que pretende dominar la tierra ayudado de cuatro siniestros lugartenientes. Ese es el planteamiento, claro, porque luego todo esto se lo han pasado por el forro, y han hecho y deshecho lo que les ha dado la gana con el único interés de enseñar personajes "chulos" y que pudieran recrear bien con efectos visuales -con licencias un poco "locas" como resucitar personajes como cíclope, Jean Grey, Tormenta o Ángel para que se unan en la misión de dominar el mundo, por no hablar que el archienemigo y superpoderoso Magneto ahora se ve reducido a un comparsa de Apocalipsis...-. Todo ello para meter a actores jovencitos que le aseguren una continuidad de la saga Xmen y que puedan ser bien vendidos a los adolescentes, que a tenor de lo visto, son el verdadero público objetivo que buscan. Personajes de opereta barata y punto.

Centrándonos en lo puramente cinematográfico, el caso es que el guión es una locura: hace aguas por muchos sitios, intenta meter elementos serios cuando no encajan -toda la historia del Coronel Stryker y su caza de mutantes- en una historia tan infantil como lo fue en su día la penosa "Xmen: la decisión final" (2006), con dos bandos: los buenos y los malos. Y los mutantes se tienen que poner en un bando o en otro. El resto consiste en batallitas entre estas dos partes y fin. Hay incluso recursos visuales del guión que dan vergüenza ajena -no hago spoiler, pero seguro que los reconoceréis si veis la película-. Para colmo, el leitmotiv clásico de los Xmen de Michael Kamen es usado hasta la saciedad, provocando tal hartazgo que cuando la fanfarria suena cuando van ganando los buenos es como un videojuego barato. No, perdón, ES un videojuego barato, tanto en su concepción como en su resolución.

El guión escrito por Simon Kinberg (en realidad, aunque ha perpetrado otros, este señor es más productor que otra cosa...) con la ayuda de Michael Dougherty, Dan Harris y el propio Bryan Singer es de una estulticia bochornosa, aburrido, chapucero... un completo desastre. Me provocó auténtica vergüenza ajena ver cómo se ha reducido el nivel en esta película, acomodándolo a lo que otras productoras hacen con Los Vengadores: en vez de mantener a los Xmen como una franquicia más adulta, más profunda... resulta que los han "infantilizado" para igualarlos a Los Vengadores con el único motivo de hacerlos más rentables. Indignante.
Federico_Casado
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7
5 de julio de 2014
28 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Western es un género que como el Guadiana, aparece y desaparece de la producción de Hollywood. A veces hay un paréntesis más largo o más corto, pero irremisiblemente vuelven las películas con los cowboys, los pioneros, los pistoleros… como si fuera una parte indeleble de la historia del cine –que lo es, ya que en “Intolerancia” de Griffith ya aparecían historias del lejano Oeste…-.
El caso es que después de que Tarantino desempolvara el género con “Django Desencadenado” actualizándolo a las tendencias Spaghetti y a las de su propia filmografía, ahora llega a las pantallas una revisión de la mano de unas de las personalidades más singulares de la industria audiovisual norteamericana, el animador y creador de la serie “Padre de Familia”, Seth McFarlane, con la clara vocación de desmitificar todos y cada uno de los tópicos del género, cuando no de la época; ¿Romanticismo, idealismo, heroicidad o buenas intenciones en el oeste? McFarlane parece responder a todas estas preguntas con una sola palabra, en mayúsculas y gritando: ¡Y UNA MIERDA! Si el gran Sergio Leone revisó las edulcoradas visiones que realizaran cineastas como John Ford o Henry Hathaway a esa época, dotando a los personajes de sudor, suciedad, polvo y hasta incluso mal aliento… con esta película nos metemos de lleno en la realidad más pura y dura que nos podamos imaginar, dibujando una época que nada tiene de bonita y donde la supervivencia casi puede ser un milagro: un pastor de ovejas ve cómo su vida se desmorona cuando su novia le abandona por ser un cobarde y abandonar en un duelo, pero aunque las cosas parecen mejorar cuando una guapísima forastera llega al pueblo, en realidad sólo es un espejismo, porque en realidad quien está por llegar es el más despiadado asesino de todo el Oeste…
Todos y cada uno de los personajes más icónicos del género (la puta, el sheriff, el ladrón, el buscador de oro, el médico, el pastor…) son puestos en la picota, desmontando todas las ideas preconcebidas que tengamos al respecto de ellos y mostrándolos con toda la ironía y el sarcasmo que el guionista y animador ha puesto siempre en sus series, y por supuesto en su anterior film “Ted” (del que llegará la segunda parte en 2015). Lo primero que tenemos que tener claro de este cineasta es que es muy particular, y argumentalmente tiene un estilo tan propio que prácticamente no se parece a nada de lo que hayamos visto anteriormente. Es como una extraña mescolanza del trío Zucker-Abrahams-Zucker (“Agárralo como puedas”), los Hermanos Farrelly (“Algo pasa con Mary”), los Monty Python (“La vida de Brian”) y Judd Apatow (“Virgen a los cuarenta”): mordaz, escatológico, irreverente, guarro, para algunos facilón, original, sorprendente y brutal. Vamos, que si recordamos el revuelo que se formó cuando Mel Brooks hizo “Sillas de Montar Calientes”, esto le da como veinte vueltas. En todos los sentidos, talento incluido (cada vez que repaso la filmografía de Brooks, viendo lo mal que han envejecido todas sus películas, me pregunto ¿quién le dirigiría “El Jovencito Frankenstein”, que es la única que demuestra verdadero talento y que aún sigue vigente?).
Si conocemos las claves de este cineasta a través de su famosa serie “Padre de Familia”, seguro que disfrutaremos con este tipo de humor, pero si no es así, seguro que estaremos desconcertados ante tan salvaje forma de ver las cosas, a las bravas. Esa complicidad es imprescindible para que entremos en la película, porque de otra forma, todo parece una fantasmada. En ese sentido el tráiler juega una doble baza, ya que aunque por un lado destapa buena parte de los mejores chistes de la película, por otra parte nos prepara para la montaña rusa a la que vamos a montarnos en este delirante viaje al Lejano Oeste. Aún así, está claro que este sentido del humor salvaje, inesperado, que te explota en las narices cuando menos te lo esperas, funciona la mayoría de las veces (aunque otras tantas resulte algo burdo).
Lo que está claro es que si con “Ted” consiguió que cambiáramos la idea que teníamos de un tierno osito de peluche, a partir de ésta película veremos a todos estos personajes y a la propia época del Lejano Oeste de una manera diferente. Vamos, ha conseguido en clave de comedia desmadrada lo que hace años (y salvando las distancias) logró Clint Eastwood con “Sin Perdón” (por cierto que el cachondo de MacFarlane ha llamado al pistolero malvado de la película “Clinch Eastwood”…)
Un auténtico tour de estrellas (Liam Neeson, Charlize Theron, Amanda Seyfried, Sarah Silverman, Giovanni Ribisi, Neil Patrick Harris... y otros tantos cameos de lujo que no voy a desvelar, pero que seguro que te van a sorprender –atención: no levantarse hasta el último letrero de los créditos finales-) para arropar a este singular personaje, que ha dado una vuelta de tuerca más salvaje oeste, que ahora es más salvaje (y delirante) que nunca.
Federico_Casado
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6
20 de mayo de 2017
27 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando el río suena, agua lleva. Vale, no es la maravilla que tanto (y tan bien) nos han vendido desde Estados Unidos, pero no deja de ser una película bien hecha, que funciona y que conjuga géneros interesantes. Es cierto que el guión tiene un arranque magnífico, de esos que te dejan pegado al asiento; pero también es cierto que la historia paulatinamente se va deshinchando, tornándose en demasiado predecible, para llegar a un final algo rocambolesco, cuando no directamente incoherente.

No obstante, no sería justo reconocer que la primera película de Jordan Peele -conocidísimo actor televisivo que ahora se pone a dirigir- ha supuesto un revulsivo para la industria cinematográfica norteamericana (y por ende, mundial): de un coste de cinco millones de dólares, sólo en el territorio norteamericano ha recaudado doscientos. Ahí es nada. Y lo ha conseguido con esa bizarra mescolanza de géneros donde podemos encontrar terror, intriga, denuncia social y drama interracial. Además se ha organizado un considerable follón mediático donde gran parte del público y la profesión del audiovisual se ha implicado en diversas posiciones, empezando por el mismísimo Samuel L. Jackson, que aunque reconoció la valía (y necesidad) de la película, se lamentó que el protagonista no fuera norteamericano, sino inglés... (argumento un poco peregrino, sobre todo porque Daniel Kaluuya, al que ya vimos en la primera temporada de la mítica y excelente serie inglesa "Black Mirror" borda su personaje en la película).

Un detalle que me hizo ponerme en guardia cuando vi el tráiler y toda la publicidad de la película es el uso de la hipnosis; otra vez una técnica psicológica que tiene su utilidad en la práctica clínica y que se la suele tomar como un sistema para controlar (y dominar) las voluntades de los pacientes cuando es algo completamente falso (y lo digo como profesional de la salud mental). Pero es curioso que, dentro del argumento y la historia, esa "revisión" o "reinterpretación" de la hipnosis encaja a la perfección, ya que estamos ante un film que establece muy bien las "reglas" para que la historia resulte creíble.

En una sociedad que ha sufrido tanto racismo como la norteamericana -especialmente con la raza negra- plantear una historia entre un afroamericano y una chica blanca de buena familia, por mucha era Obama que hayamos pasado, sigue siendo controvertido, y ese es precisamente el arranque de la cinta: una chica invita a su novio negro a pasar el fin de semana en el casoplón que tienen sus multimillonarios padres, ella renombradísima psiquiatra, él neurocirujano. Y todo va bien, hasta que el chico empieza a observar un comportamiento algo extraño en todas las personas negras que viven en la casa, es decir, una ama de llaves y un jardinero...

En cierto modo, el éxito de esta película puede compararse con el que en su día tuvo Michael Night Shyamalan, aunque con un guión mucho mejor articulado y una manera de dirigir estilísticamente mucho más superior. No obstante, Peele consigue hilvanar muy sólidamente la película, con recursos bien articulados y sin abusar de efectismos. Si como director a Peele le podemos poner un notable, como guionista tenemos que bajarle un poquito la nota: aunque el planteamiento es sugerente, el resultado final puede llegar a ser incluso infantil.

Toda la película entronca con una reflexión más profunda de lo que parece en un primer momento -y que, por no destripar la película, no voy a comentar-, además de llevar lecturas en varios planos paralelos que dinamitan el concepto no solo de sociedad, sino del mismo estado de bienestar de la sociedad norteamericana. Esa aparente "corrección social" llega a resquebrajarse en la evolución de la historia, inteligentemente urdida, aunque algo torpemente resuelta. Posiblemente los próximos guiones de Peele serán mucho más sólidos, aunque ahora mismo está considerado el nuevo "golden boy" de Hollywood, y ya ha dicho que va a seguir mezclando el thriller psicológico con la denuncia social, y que "Déjame salir" es sólo el primer título de una serie donde, con la óptica del terror y el suspense, se tocarán temas como la orientación sexual, los roles de los géneros, etc.

Es una interesante propuesta dentro de la denostadísima producción norteamericana comercial, que añade una luz de esperanza para que se renueve un género como el del terror, que aunque se intente recuperar con propuestas a mi juicio bastante mediocres (y por no hablar de las adaptaciones coreanas...) no suele tener ni una brizna de originalidad (ni de efectividad). Pero esta película si la tiene, a pesar de sus (risibles e infantiles) fallos de guión y su ingenuidad en la dirección. Sólo quedan por ver las siguientes propuestas de este director/guionista, y que si se sigue puliendo y no se malogra (como Shyamalan...) puede ser pronto uno de los pesos pesados de la industria audiovisual norteamericana.
Federico_Casado
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