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Críticas de Kyrios
Críticas 1.330
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
17 de agosto de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La segunda película en Hollywood que dirigió Josef Von Stengerg es La ley del hampa, una película que realizó en el 1927 y que en cierto sentido prepara el caldo de cultivo de lo que posteriormente sería el cine negro, o de gángsters.

Normalmente se acostumbra a citar Hampa dorada (1931) de Mervin LeRoy como una de las películas pilares del género de cine negro, y realmente la película en la que aparece Edwad G. Robinson (un clásico del cine negro) tiene todos los elementos típicos del género. La violencia por fin aparecía de una manera tremendamente física, y LeRoy no tenía miedo a mostrar secuencias que eran profundamente impactantes, así como la típica trama de ascenso y caída de un mafioso y también el final fatídico sobre el protagonista hacían su aparición (de alguna manera era una forma que tenían las películas para esquivar la censura, alegando que no había una actitud de a favor de la violencia, sino que todos los actos tenían sus consecuencias). Además en 1931, cuando se estrena la Hampa Dorada, el cine sonoro ya estaba bastante implantado, y no son pocos los expertos que aseguran que las películas del género triunfaron porque podían mostrar nada más ni nada menos que el gratificante y a la par horripilante sonido de las armas de fuego. Una metralleta tenía que sonar muy bien en aquellos años treinta, en que la ley seca estaba aún en vigor (recordemos que fue derrocada en el año 1933).

Pero en el cine mudo ya encontramos alguna que otra película que se atrevía a mostrarnos el mundo de los gánster profesionales. El mítico director Sternberg, creador entre otras joyas de la fabulosa El ángel Azul (1930) con Marlene Dietrich como diva principal, es el encargado de sentar los primeros pilares del cine de género, en su segunda película como profesional.

Hay que decir que la Ley del hampa denota a un director que si bien demuestra una gran pasión por su trabajo, también revela a un hombre que aún se encontraba ciertamente incómodo y al que aún le faltaba pulir algunos detalles. Es cierto que la ley del hampa no es una película perfecta, pero se disfruta si entramos en su contexto.

También hay que decir que la estructura de la película es bastante desigual. Y es que añade un factor principal que sería casi totalmente denigrado en muchas otras películas del género, y es el amor. El amor es el pilar principal de la película, y es que la historia nos cuenta como el ayudante del mafioso principal de la película (interpretado por Clive Brook) se enamora precisamente de la amante de su jefe (Eveleyn Brent) con lo que el gánster (George Bancroft), en cuanto se entere, no se lo tomará precisamente bien. Es curioso que la película opte por un triangulo amoroso, aunque en muchos momentos la película consigue hacerlo funcionar, especialmente en las escenas en las que Bancroft demuestra su brutalidad, con lo que hace rehuir a la personalidad de su amante, que se fija en el joven Clive Brook, un hombre que aunque está echado a perder, aún conserva ciertas dotes de elegancia. Por eso las escenas en las que Brook lee y demuestra lo poco que está relacionado con la violencia son de las más efectivas, aunque paradójicamente parezcan alejarse del género (que aún no estaba formado). Por otra parte es interesante ver el juego de primeros planos que revela en estas secuencias, una correspondencia entre Clive Brook y la actriz Evelyn Brent que si que revela una interesante planificación de la puesta en escena.

Por otra parte hay que decir que el guionista de la película es ni más ni menos que el mítico Ben Hecht. En esta misma película ganó su primer oscar por el guión de la película,y también se convirtió en el primer guionista de la historia del cine que lo conseguía en la categoría de mejor guión original. Ben Hecht es una figura básica en la historia del cine clásico, y llegaría a firmar guiones tan famosos como los de la película Scarface (1932) que es una película fundamental dentro del cine negro , Lo que el viento se llevó (1939) o la Diligencia (1939).

Una de las secuencias que más astucia tienen (y que en parte sería imitada por decenas de películas del género) es la escena final, en la que el gánster George Bancroft es acosado por la policía en un asedio final. Este tipo de secuencias a lo caza y captura forman parte de la mitología del cine negro, y uno sólo tiene que recordar la mítica parte final de Al rojo vivo (1942), en la que James Cagney se adentraba en una estructura metálica para poder morir como un héroe, siendo precisamente un villano, pero también en otras películas como la propia Hampa dorada o Scarface. Sin duda es una de las secuencias en las que Sternberg mejor se deja llevar, y consigue plasmar perfectamente la locura que invade al protagonista principal al darse cuenta de que su hora se acerca y la encerrona en la que ha caído es demasiado intrincada.

Lo que seguramente le falta a la película para poder etiquetara como cine negro puro es la violencia. Parece como si aún el público del 1927 fuera demasiado asustadizo como para poder presentar una historia de mayor calado en este sentido, y la película rehúye de mostrar nada en este sentido. Únicamente en las secuencias finales se puede intuir algo parecido, pero aún estamos muy lejos de lo que se llegaría a explotar apenas unos años más tarde.

http://neokunst.wordpress.com/2013/08/17/la-ley-del-hampa-1927/
Kyrios
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4
16 de agosto de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director indio más famoso de Hollywood, M.Night Shyamalan volvió al cine en el 2010 con Avatar: The last airbender, una película que fue recibida por la mayoría de críticos con una recepción más que negativa. Casi podríamos decir que fue totalmente apedreada y fue engullida en taquilla por otro avatar, en este caso, el de James Cameron. Aún así la película de Shyamalan posee algún detalle que hace que la cinta se pueda ver con interés, siempre que el espectador sepa de antemano que la imaginación del indio es bastante profunda y sus películas bordean siempre la fantasía (en este caso, por el material que adapta, podríamos decir que más que nunca), además de que sus obras pueden leerse perfectamente como cuentos llenos de creatividad. Desde luego Avatar: The last airbender, no es ni de lejos su mejor película, pero las críticas parecen ser demasiado despiadadas, tanto que el propio director ha atacado la figura del crítico en diversas ocasiones. En la película precedente de Last Airbender, El incidente (2008) el director realizaba una secuencia de violencia gratuita en respuesta a los críticos que acusaban al director de ser demasiado blando. pero en la Joven del agua (2006) aún iba más lejos y un crítico de cine aparecía en la propia trama, siendo devorado por un monstruo que aparecía en el film para más gloria del director.

En fin, que The Last Airbender trata un tema bastante fantasioso. Los cuatro elementos son la base de los poderes en la tierra y cada pueblo tiene su propio elemento. Dentro de esta trama encontramos que el Avatar (el ser que domina los cuatro elementos) aparece de nuevo a la tierra para traer la paz al desequilibrio, pues el imperio del fuego se había anexionado otros territorios.

En todo caso, The Last Airbender es una película bastante desigual, y se aleja bastante del cine de Shyamalan. O más bien dicho, el director se atreve con un argumento que no es habitual en su trayectoria, aunque podamos percibir perfectamente su sello en gran parte de sus fotogramas. Seguramente uno de los problemas de la película es que el director se ha visto totalmente desbordado por el proyecto. La película, basada en la serie de Televisión (del mismo nombre), ofrece un argumento que utiliza una iconografía demasiado prepotente y arriesgada, y se atreve ni más ni menos que a compararse con otras películas del género fantástico. Digamos que se ha intentado comprimir en muy poco tiempo una historia demasiado densa (por no hablar del lamentable guiño final hacia una posible secuela). Además de utilizar una jerga propia que puede descolocar perfectamente al espectador (entre espíritus del mar, magia y diversos elementos que aparecen en la película). Ojo, porque no todo se debe a la culpa de Shyamalan, sino que la película denota que ha habido tijeretazos claros en la sala de montaje. Muchas de las acciones de los personajes corroboran esta teoría, y es que de un momento a otro podemos comprobar cómo el joven de la hermana principal se enamora en un simple plano, de una jovenzuela que no ha aparecido hasta el último tercio del film (y desaparece sin pena ni gloria) o como los personajes se mueven de un lado para otro en cuestión de segundos. La respuesta está clara, y además la mayoría de escenas están escogidas con la única intención de conseguir el máximo beneficio posible. No es casual que la mayoría de escenas se dediquen a exhibir escenas de acción y efectos especiales (que en general resultan bastante convincentes, por otra parte), otro claro caso de que los productores toman una vez más por tonto al espectador.

Escenas de acción que en líneas generales podemos decir que están lo suficientemente bien rodadas. Ahí se nota la mano de Shyamalan y es que el indio no es un director cualquiera. Recogiendo elementos del Medievo (especialmente en armas y vestuario) y de las artes marciales el director ofrece un cóctel de acción en el que el director se siente bastante cómodo. No busquen parecidos con otras películas en este plano porque la acción de Airbender es bastante singular. Shyamalan se aprovecha bastante de los diferentes recursos que le ofrece el argumento, en el tema de los diversos elementos matéricos, haciendo que participen de manera activa en las peleas. También el director ralentiza de manera bastante interesante las secuencias (totalmente a contracorriente de la mayoría de películas de acción) de tal manera que lo que más prima son unas acertadas coreografías, que eso sí, el espectador deberá aceptar pese a su idiosincrasia. Y es que en ciertos momentos, como es natural ante semejante espectáculo, las escenas de acción hacen que la película caiga en el ridículo, o por lo menos en bordee, y es que ver a un joven shaolin moverse cual Gremlin es cuanto menos curioso.

El caso es que viendo el desaguisado queda claro que el argumento no tiene precedentes en la trayectoria del indio. Quizá ese sea uno de los errores de la película, el hecho de que se trate de un encargo comercial y de que el director se haya visto obligado por temas económicos a aceptar este encargo.

El reparto tampoco parece el más acertado. Se reconoce el talento de Dev Patel pero los demás actores quedan bastante en evidencia. No hablaremos de Noah Ringer porque eso sería otra historia.

http://neokunst.wordpress.com/2013/08/11/analisis-filmico-avatar-the-last-airbender/
Kyrios
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6
16 de agosto de 2013
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Ciertamente la carrera de Rutger Hauer ha sido bastante irregular en el mundo del cine. Salto al estrellato gracias a la ayuda de su compañero de origen, Paul Vervhoeven, (ambos son holandeses) pero después de que el actor interpretara a uno de los personajes más famosos de la historia del cine (nada menos que el autómata más importante de la película de Riddley Scott, Blade Runner) su carrera fue en picado. En Hobo With a Shotgun, parece que Jason Eisener, conociendo el destino del actor, intenta resucitarlo cual ave fénix. Y es que no es casual que el director canadiense haya escogido a Rutger Hauer como el actor de Hobo with a Shotgun. El holandés encaja perfectamente en el papel de vieja gloria que representa el personaje principal.

Aviso para cualquier lector antes de que se atreva a ver la película. Hobo With a shotgun no es una película apta para todos los públicos, sino que contiene bastantes escenas de gore, así como la violencia más cruda imaginable. Pero es que el propio nombre ya lo indica. Evidentemente no está traducida al español, porque en un país como el nuestro, la película de Eisener no tendría una salida comercial, pero si la tradujéramos sería algo así como Un mendigo con una escopeta. Ciertamente el título no lleva a engaños.

Y es que al igual que en Machete, aquella película de Robert Rodríguez que Salió como un falso tráiler de Grindhouse (el proyecto que llevaron a medias Robert Rodríguez y Quentin Tarantino) y que el director deicidio llevar después a la gran pantalla como si una broma se tratara, la película de Eisener tiene un origen parecido. De hecho, Hobo With a Shotgun salió precisamente del tráiler que acompañaba a Grindhouse. Así de sarcástico es el nacimiento del film.

Y el director canadiense no se anda con rodeos. Hobo with a Shotgun es film explotaition en su máxima expresión. El gore es visto desde una perspectiva parecida a Braindead (1992) de Peter Jackson. Es decir, siempre desde un punto de vista humorístico, y es que al igual que el tipo de películas que parodia (las millares de serie B que se estrenaban en los años ochenta y que carecían de lógica alguna, únicamente mostraban escenas de violencia explicita) Hobo with a Shotgun se convierte en un tótem cinematográfico de aquellas cintas. No hay relación con películas como Hostel, sino que más bien, la obra que nos ocupa se encarga siempre de tener una incorrección política tremenda, así como el uso de un humor negro (negrísimo para ser exactos) que acompaña siempre el aura del film.

En la película se nos presenta un argumento bastante singular. Una ciudad está siendo dominada por un malvado cacique, que tiene a todo el mundo bajo su control, y en el que todos los actos violentos están permitidos. En esas circunstancias llegará nuestro héroe protagonista, interpretado por Rutger Hauer, un mendigo que llega a la ciudad y que al darse cuenta de cómo están las cosas, intentará cambiar la situación. El título de la película ya nos dice por donde andarán los tiros. A partir de esta premisa, todo lo que el espectador pueda albergar en su fantasía queda corto. Evidentemente, quizá no sea tan imaginativa como Braindead, pero si es cierto que la película lleva la parodia al extremo, sirviéndose de escenas que rozan casi el surrealismo más absoluto. Desde las muertes más salvajes que uno recuerda en el cine hace años, hasta incorrecciones políticas como la de mostrar cadáveres de infantes (tema tabú en la imaganería del cine), parece como si el director pretendiera pasar una y otra vez la raya de lo posible, demostrando que las fronteras ya no existen en el cine, y que los límites forman parte del pasado.

Lo que sí es cierto es que si la película consigue tener algo de interés artístico es por dos aspectos bastante bien tratados en el film. Uno de ellos es la fotografía empleada para la película. El director utiliza como fuente de inspiración dos motivos básicos, el primero las ya citadas películas de serie B a la que Hobo with a Shotgun hace constantes referencias, y la otra es el tono de cómic que emplea en cada momento la película. De hecho, nuestro personaje principal interpretado por Rutger Hauer responde perfectamente al arquetipo de héroe convencional que aparece en muchas de las viñetas de superhéroes. Simplemente lo que ha hecho Eisener ha sido darle una vuelta de tuerca macabra a la idea, y lo demás ha venido sólo. El resultado es bastante vistoso y despampanante. Una gran gama multicolor invade cada fotograma, en cada situación o momento de acción el director emplea una luz determinada, y en muchos momentos parece que estemos presenciando una especie de Videoclip de la Mtv realizado por algún grupo de música que se ha pasado con los efectos alucinógenos.

El otro aspecto del film, es que los detalles están bastante bien tratados en la película. De hecho, son los detalles los que consiguen que la película pase de ser una simple carnicería a una película con un trasfondo más que interesante. Porque la película, entre matanza y matanza, puede verse también como una lectura política hacia un sistema corrupto que tiene bajo amenaza a todo el pueblo, convirtiendo a este en Zombies (personas sin cerebro) en el momento oportuno. Pero también hay pequeños detalles que Eisener coloca como si fuera un niño pequeño que se ríe de todo. Por ejemplo en la reunión entre padre e hijo de la película (entre la mafia que gobierna la ciudad) podemos ver como detrás figura una representación de la última cena, con monigotes e acompañantes mientras los dos hermanos ocupan la escena principal. Toda la secuencia está además tamizada por un potente foco de azul que dota a la escena de un surrealismo absurdo. O cuando la Plaga encierra a nuestro protagonista y lo tacha de la lista podemos ver como también hay otros carteles tachados como el de Jesucristo o el de Abraham Lincoln.

http://neokunst.wordpress.com/2013/08/16/analisis-filmico-hobo-with-a-shotgun/
Kyrios
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4
15 de agosto de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay gente que no ha sabido con lo que iba a encontrarse. También Hay que decir que ciertamente Spring Breakers no es una película convencional. Cualquier espectador medio queda en shock nada más ver su despampanante prólogo, en el que las escenas subidas de tono son las que imperan, y además las que lo harán en todo su metraje. No nos vamos a andar con rodeos, hay más ubres que en un certamen de ganadería bovina. Pero es que antes de ver la película hay que poner en situación, entrar en el contexto en el que se ha producido Spring Breakers, porque sino posiblemente no entendamos nada.

El problema es que en pleno Siglo XXI aún hay gente que necesita que le den cualquier imagen masticada. No hay tiempo para la lírica, y mucho menos para las metáforas. Spring Breakers es una destrucción de todos los clichés posibles que otras películas como por ejemplo Project X (2012) nos enseñaba. Que es una parodia de la fiesta continua a la que millares de jóvenes aspiran lo ve cualquier que tenga medio cerebelo, pero claro, vivimos en el país que vivimos y eso sería pedir demasiado. Otra cosa es que uno acepte o no el juego que propone Harmony Korine, el director de la película, pero eso es otro tema muy distinto. Guste o no, Spring Breakers es una película de autor.

Sí, porque la película la dirige Harmony Korine, así que tener un poco de información antes de enfrentarse con Spring Breakers no estaría nada mal. La gente que no es capaz de ver la sátira detrás de la película es porque seguramente tampoco conoce al director, una personalidad que siempre ha dirigido proyectos que no entran precisamente en los estándares comerciales de lo que podríamos entender como producción típica de Hollywood. Precisamente, la elección de las actrices no es más que una burla que realiza Korine, no sólo hacia el sistema, sino hacia los propios espectadores (la directora debe vanagloriarse de los inocentes padres atraídos por sus hijos que se creían que esta era otra película más para ver a sus idolatradas estrellas juveniles componer otra película absurda más). Korine, recordemos, es el director de películas como Gummo (1997) o Julien Donken- Boy (1999) obras con un poderoso magnetismo que se alejan totalmente de lo que uno podría esperar como cine convencional.

La película parodia precisamente uno de los conceptos que cada dos por tres aparecen por la cartelera y que ha inundado de manera abrasiva las mentes de la juventud contemporánea, la fiesta perpetúa. La sociedad actual, urbana, reprime constantemente los instintos con el manido que se ha de hacer, que hemos de hacer (Selena Gómez es por eso la primera joven en marcharse) con lo que cada vez más el ser humano se encierra en sí mismo y no libera sus tensiones. Tampoco recuerda en el calendario las fiestas que antes tenían las sociedades antiguas para rememorar estos actos de liberación, con lo que entre el deber y el ocio, se ha forjado una nueva fiesta que aparece repetidamente en las películas Hollywoodienses, especialmente las dirigidas a un público más joven. Desde American pie y cualquiera de la saga, o Resacón.Las respuestas son múltiples. El ser humano busca la gran fiesta, la mitifica (como admiten las protagonistas de nuestra película hacia el final del metraje) y la sueña. En la película es el único motor que hace que nuestras protagonistas vayan por unos caminos tan peligrosos. Korine plasma todo esto en un cóctel bestial en que las imágenes pueden impactar a los espectadores más recatados. Sí, sexo y drogas, aunque poco rock’n roll. Más bien la selección de la música del director está pensada para las grandes listas de éxitos de hoy, en las que el rock poco pinta ya.

El problema de la película, es que la parodia y el análisis únicamente se dirige en este sentido, y no hay una profundización. Lo que vemos es lo que hay, y lo que en un planteamiento podría resultar atractivo, se acaba convirtiendo en unas ganas irremediables de cometer asesinatos contra nuestras protagonistas. Sí, los diálogos son estúpidos a propósito, ¿pero dónde está la gracia? Todo funciona acorde con el planteamiento, con lo que el espectador tiene que tragarse unas actuaciones más que ridículas (y es que las princesas Disney desde luego no valen absolutamente nada como interpretes) . La película parodia lo imbécil pero acaba convirtiéndose en lo que pretende criticar u analizar. Más o menos como sucedía en la película Idiocracia, de Mike Judge. Ambas se pasan de listo para lo poco que ofrecen. Si no la has visto pero te imaginas de que va, aciertas. Eso es lo que hay en la película. Nada más.

Se nota en la propia dirección de la directora, que nos ofrece un auténtico festival de imágenes que se acercan al más puro estilo videoclip actual. La MTV pero en cine. Sí, la propuesta es cool, pero el resultado desigual. Y así es toda la película, poco hay más que rascar entre millares de imágenes eróticas, distorsiones propias de un novel del cine, diálogos que le ponen a uno de mala uva y personajes totalmente estúpidos.

Por supuesto uno ha de respetar la opinión de otro que valore Spring Breakers, siempre que haya entendido el sentido de la película y valore la propuesta de Harmony Korine. No es mi caso porque hacer Spring Breakers no es que fuera fácil, es que estaba tirado.

http://neokunst.wordpress.com/2013/08/10/analisis-filmico-spring-breakers/
Kyrios
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3
15 de agosto de 2013
43 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película maldita que nos ocupa hoy es la cinta filmada en el 1956, titulada en español como el Conqusistador de Mongolia y en su idioma original, el inglés, como The Conqueror. La película la dirigió Dick Powell, un hombre que apenas había realizado unas cuantas películas, pero el empeño del productor, el multimillonario Howard Huges era muy grande, y tenía una ambición desmesurada para con el film, esperando que fuera un auténtico bombazo en taquilla. Como el propio nombre indica, el conquistador de Mongolia es un film que trata en su argumento sobre el mítico Gengis Khan y se trata pues de una película de género histórico que tan de moda estaban por aquella época. No había nada en el argumento que hiciera pensar que estábamos ante una película que de alguna manera iba a cambiar el cine. La película tiene también una anécdota detrás de la producción, y es que fue la penúltima película producida por la RKO, una de las grandes productoras de la historia del cine. Estamos hablando de la productora que produjo películas de la talla de Ciudadano Kane (1941).

Uno de los actores que protagonizaba la película era ni más ni menos que John Wayne, uno de los más grandes actores que ha dado Hollywood e ilustre miembro que ha protagonizado películas como La diligencia (1939) o el Hombre que mató a Liberty Balance (1962). Wayne leyó el guión del Conquistador de Mongolia y decidió que aquel papel había de ser suyo, así que se hizo con el personaje principal. El reparto fue completado por Susan Hayward, Pedro Armendáriz y Agnes Moorehead.

Howard Huges quería que su producción fuera tremendamente efectiva, así que no optó por rodar la historia en un estudio o en una localización al uso, sino que decidió rodar la película en el desierto de Escalante, por el obvio parecido que había entre el desierto real y el que había detrás de la película. El Escalante es un lugar ubicado en Nevada, Utah, es decir, en los Estados Unidos. El problema es que dicho lugar había sido utilizado por el propio gobierno como lugar de prueba para las bombas atómicas, y toda la zona estaba absolutamente impregnada de radiación nuclear. Gran parte del personal lo sabía, incluyendo el actor, John Wayne, pero se desconocían en aquel momento los efectos que la radiación podía hacer en el cuerpo humano, así que subestimaron tales efectos. De hecho se cuenta que hay una foto en la que aparece el mítico actor con ni más ni menos que un contador Geiger en las manos.

Se dice que la radiación eran tan potente que durante las noches, el polvo del desierto brillaba con un color rojizo. Para más Inri el propio productor, Howard Huges, se trajo grandes toneladas de aquella arena hacia Hollywood, con lo que la radiación se vendría seguramente con aquellas dunas.

La película fue un auténtico desastre de crítica y de público. No se pudo rescatar absolutamente nada y al productor, Howard Huges, el resultado le llegó a enloquecer. Se dice que intento hacerse con todas las copias para que la película no volviera a ver la luz después de su estrepitoso estreno y el caso verídico es que no se estreno en televisión hasta el 1974, mucho tiempo después de que se rodara. La leyenda cuenta que el multimillonario se quedó en los últimos días de su vida enclaustrado en su mansión, mientras se consumía viendo una y otra vez la película que había producido, y que tantos quebraderos de cabeza había traído a más de uno.

Pero lo que está fuera de toda leyenda son los resultados que la radiación provocó en los miembros del rodaje. Los números oficiales nos cuentan que de los 220 integrantes de la película, 91 morirían de cáncer. No murieron de un día para otro evidentemente, pero la enfermedad les cortó seriamente la existencia. El propio John Wayne, así como el director de la película, Dick Powell, acabarían falleciendo por la enfermedad. Pero no sólo ellos, sino también Susan Hayward, Agnes Moorehead…Incluso Pedro Armendáriz, que al enterarse de que había desarrollado una enfermedad terminal, se suicidó. Pero estas eran las estrellas más visibles. Los extras que se utilizaron para la película (muchos de ellos eran nativos, es decir, indios, que se utilizaron para completar las secuencias de batallas) no se cuentan dentro de esta fatídica estadística, pero seguramente la radiación también traería consecuencias nefastas para todos ellos.

La historia del conquistador de Mongolia es más que escalofriante. Parece una de aquellas leyendas que uno nunca quiere aceptar porque su naturaleza parece muy distante de la nuestra. Pero el caso es que la historia está ahí. En el 1980 en una revista titulada People, se podía leer un pequeño artículo enviado por los muchachos del pentágono, en el que pedían perdón a Dios, por haber matado a John Wayne.

http://neokunst.wordpress.com/2013/08/15/peliculas-malditas-el-conquistador-de-mongolia/
Kyrios
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