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Voto de Chagolate con churros:
5
Drama La viuda Karen Stone es rica y hermosa. Sus éxitos como actriz son sólo un recuerdo. Vive sola en Roma, retirada de toda actividad artística, en un lujoso apartamento con vistas a las ruinas romanas, y se consuela de su soledad en brazos de jóvenes gigolós. (FILMAFFINITY)
21 de abril de 2010
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alejado de la pomposidad barroca de “Senso” (L. Visconti, 1954), “libre adaptación” de la novela homónima del dramaturgo Williams sobre la que está basada esta película, pero sin alejarse casi del género teatral donde Quintero y Leigh se llenaban de laureles, queda un producto encorsetado y poco álgido en los momentos más dramáticos.

La incapacidad de Quintero para adaptarse al género cinematográfico queda patente en la escasez de recursos que usa. El abanico de planos queda exiguo, y anémica la escena. La fuerza que pudiera surgir de un plano detalle de una mano sobre otra -momento del laborioso cortejo que Paolo (sobreactuado Warren Beatty)- queda desaprovechada al optar por un plano medio carente de interés, por poner un ejemplo.

Penúltima película de Vivien Leigh (Karen Stone), enferma de tuberculosis, que vuelve a seducirnos con una mirada penetrante y la actuación más solemne de cuantas encontramos en este trabajo. Beatty, realiza una de las actuaciones pasada de rosca marca “Actors Studios” pero sin la capacidad que siempre tuvieron Brando o Newman. Pintado de betún para asemejarse al latino, el actor se esfuerza con un estupendo trabajo de acento que se perderá todo aquel que no la vea en versión original.

Quintero oculta la cara guapa de Beatty en el principio de la cinta y la muestra en el mismo instante que la ve la señora Stone, buscando sincronizar los sentimientos del espectador con los del personaje interpretado por Leigh.

Como drama sólo funciona a ratos, pero el trabajo si es capaz de transmitir el mundo de Tennessee Williams: humanos con deseos sexuales aparentemente insanos, relaciones turbias, personajes enfermizos que buscan la autodestrucción. De ahí que lo mejor de la película sea, quizás, su final.

Ciertamente, la película queda caduca en el tema espinoso que expone (prostitución masculina) por lo que para sacar más jugo, debemos encauzarlo hacia la soledad madura de una vida a la deriva. Un tema que el propio dramaturgo retomaría con muchísimo mejor tino en su obra de teatro “La noche de la iguana” (1961) y que J. Huston adaptaría al cine, sin la colaboración del autor, tres años después de esta película de Quintero.
Chagolate con churros
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