Superproducción Europea de 10 millones de dólares que lucen como 80 millones en una película estadounidense, dedicados enteramente a una espectacular cinta de espionaje con ademanes clásicos que mezcla un poco de película bélica con mucho de thriller de misterio, corrupción e intrigas políticas y pasionales.
El libro negro es una película de autor al 100 %, ya que el sello de su personal director está impreso en cada fotograma. Y para bien. La cinta consigue distanciarse de ese tópico cine Europeo, austero, muchas veces de calidad, otras pretencioso y eterno. Verhoeven en esta cinta de ritmo envidiable consigue aunar el espectáculo con cinta (semi) histórica, paseando a sus personajes por impresionantes decorados y parajes naturales, que incluyen, como en las viejas películas campiñas europeas, grandes estaciones de tren, ferrocarriles, palacios… El sentido del espectáculo del autor sigue intacto desde sus grandes obras americanas (Instinto Básico y Desafío Total), que también estuvo en sus grandes batacazos (Showgirls y Starship Troopers), pero consigue con este Libro negro su mejor película, contada con sencillez pero maestría, con sus toques de humor y erotismo marca de la casa, haciendo uso de una narrativa tradicional que no hace más que ayudar a una película que si bien no pasará a la historia, se convierte en un entretenimiento de lujo y de calidad. ¿Qué porque no pasará a la historia? Tal vez por su apuesta por el entretenimiento en vez de por la transgresión, Tal vez por un guión demasiado trillado y simplista que quiere acumular demasiados acontecimientos y acaba por ir demasiado rápido en algunos, y en algunas descripciones y relaciones de personajes. Sin embargo Verhoeven arriesga y no se posiciona en ningún bando en la guerra, un punto de vista difícil sobre todo teniendo en cuenta que los hechos que cuenta son en su país natal, Holanda.
El libro negro es también recomendable por el descubrimiento que supone Carice Van Houten, una actriz idónea para un papel que carga con todo el peso de la película sin apoyarse incluso en el excelente abanico de secundarios. Si bien en algunos momentos dramáticos denotan su falta de experiencia, su personalidad como actriz, su sola presencia en la pantalla en la evolución de los acontecimientos que tienen lugar a su alrededor y el magnetismo de su interpretación transforman a la película, junto con la labor del director, de entretenimiento a excelencia.