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Voto de jaly:
134.595
Comedia. Drama. Romance
Melvin Udall (Jack Nicholson), un escritor maniático que padece un trastorno obsesivo-compulsivo, es el ser más desagradable y desagradecido que uno pueda tener como vecino en Nueva York. Entre sus rutinas está la de comer todos los días en una cafetería, donde le sirve Carol Connelly (Helen Hunt), camarera y madre soltera. Simon Nye (Greg Kinnear), un artista gay que vive en el apartamento contiguo al de Melvin, sufre constantemente su ... [+]
27 de septiembre de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si para que una comedia funcione los dos elementos imprescindibles son su guión y sus actores, lo que podemos decir de Mejor... Imposible, es que es precisamente imposible hacerla mejor.
El último gran éxito del director James L. Brooks, todo un referente en los ochenta (La fuerza del Cariño, Al filo de la Noticia), fue esta película, un prodigio de clasicismo, de construcción de personajes, y de humanidad. Porque Mejor... Imposible, además de ser una comedia romántica con todas las de la ley, es un maravilloso ensayo sobre cómo aprender a ser mejor persona, una reflexión sobre cómo aprovechar las pequeñas joyas de la vida para hacer que esos momentos, los más verdaderos, sean también los más duraderos.
Porque en Mejor... Imposible, vemos el complejo proceso de humanización de Melvin, inmundo, cínico, homófobo, racista, clasista... pero en el fondo muy solo, y su conversión en un ser humano cargado de obsesiones, pero humano al fin y al cabo. Y es a través de esas pequeñas cosas que hacen que la vida valga la pena (un perro, una conversación, la palabra gracias, una canción en concreto...), donde el director encuentra, primero, la forma de hacernos reír con un ser tan desagradable como Melvin, para más tarde compadecerlo.
Mejor... Imposible, tiene pues uno de los mejores guiones de la comedia americana moderna, un ejemplo de carácter, de capacidad de sorpresa, de emoción verdadera, que pocas veces se encuentra en este género.
Y Mejor... Imposible, hay que decirlo, no sería lo que es sin las composiciones de todo su reparto, un grupo de intérpretes excepcional desde los papeles meramente anecdóticos, hasta Greg Kinnear y Helen Hunt en los mejores de su carrera, sencillamente arrebatadores; y, por supuesto, Melvin, Jack Nicholson, que es capaz de ajustar su carácter, y todo aquello que le ha definido como actor durante años, a un personaje al que acabas amando, al que en el fondo hubieras deseado conocer, gracias a la titánica labor de un intérprete (y de toda una película) que hacen de la experiencia de visionarla, algo inolvidable.
El último gran éxito del director James L. Brooks, todo un referente en los ochenta (La fuerza del Cariño, Al filo de la Noticia), fue esta película, un prodigio de clasicismo, de construcción de personajes, y de humanidad. Porque Mejor... Imposible, además de ser una comedia romántica con todas las de la ley, es un maravilloso ensayo sobre cómo aprender a ser mejor persona, una reflexión sobre cómo aprovechar las pequeñas joyas de la vida para hacer que esos momentos, los más verdaderos, sean también los más duraderos.
Porque en Mejor... Imposible, vemos el complejo proceso de humanización de Melvin, inmundo, cínico, homófobo, racista, clasista... pero en el fondo muy solo, y su conversión en un ser humano cargado de obsesiones, pero humano al fin y al cabo. Y es a través de esas pequeñas cosas que hacen que la vida valga la pena (un perro, una conversación, la palabra gracias, una canción en concreto...), donde el director encuentra, primero, la forma de hacernos reír con un ser tan desagradable como Melvin, para más tarde compadecerlo.
Mejor... Imposible, tiene pues uno de los mejores guiones de la comedia americana moderna, un ejemplo de carácter, de capacidad de sorpresa, de emoción verdadera, que pocas veces se encuentra en este género.
Y Mejor... Imposible, hay que decirlo, no sería lo que es sin las composiciones de todo su reparto, un grupo de intérpretes excepcional desde los papeles meramente anecdóticos, hasta Greg Kinnear y Helen Hunt en los mejores de su carrera, sencillamente arrebatadores; y, por supuesto, Melvin, Jack Nicholson, que es capaz de ajustar su carácter, y todo aquello que le ha definido como actor durante años, a un personaje al que acabas amando, al que en el fondo hubieras deseado conocer, gracias a la titánica labor de un intérprete (y de toda una película) que hacen de la experiencia de visionarla, algo inolvidable.
