"Lady Bird" es una cinta peculiar. Esto puede resultar poco sorprendente teniendo en cuenta que su espíritu se aleja bastante de lo comercial y los "blockbusters", prácticamente inmersa de lleno en el cine independiente. Las nominaciones a los Oscar he de reconocer que me sorprendieron precisamente por su naturaleza indie y, por qué no reconocerlo, han sido el último empujón para decidirme a verla en el cine. Después del visionado debo decir que sus nominaciones me siguen sorprendiendo (por norma general), aunque el criterio de Hollywood para sus premios cada vez dista más del mío, así que quizá no sea tan sorprendente.

La película de Greta Gerwig sigue el último año de instituto de una chica, Christine, hastiada de su rutina, de su familia y hasta de su nombre. Desea con todas sus fuerzas largarse a Nueva York para empezar la universidad dejando atrás todo eso que odia, o quizá todo eso que ella cree que odia... "Lady Bird" es una historia de exploración, de evolución, de cómo una adolescente rebelde descubre el amor, descubre el alcohol, descubre el sexo... De cómo se da de bruces con la realidad en los primeros pasos de esa odisea idealizada que es la vida adulta y gracias a ello consigue descubrir la verdadera importancia de la familia, del hogar. Un homenaje a esa recurrente situación por la que en muchas ocasiones anhelamos erróneamente lo que no tenemos, restando intrínsecamente valor a las cosas con las que ya contamos y de las podemos disfrutar.

Retomando la peculiar esencia de la que hablaba al principio, "Lady Bird" es una comedia... bueno, digamos que es una "comedia". Navega constantemente entre dos aguas, entre el mencionado toque cómico y el drama vital, sin llegar a sobresalir en exceso en ninguno de ellos, creando una mezcla homogénea de ambos géneros que se mantiene uniforme durante la hora y media que dura la película. Bien es cierto que tiene un ritmo y un desarrollo bastante particulares, lo que a veces hace que dé la sensación de ser algo inconexa.

Probablemente lo más destacado de la película venga de mano de las interpretaciones de Laurie Metcalf y, especialmente, de Saoirse Ronan. Ambas, como madre e hija, colocan en pantalla un auténtico festival de emociones. Saoirse como protagonista realiza un trabajo espectacular, logrando transmitir su angustia, su alegría, su tristeza, su incomprensión, su emoción... en definitiva, todos y cada uno de los sentimientos que Christine vive a lo largo de la película.