Haz click aquí para copiar la URL
España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
10
Ciencia ficción Fahrenheit 451 es la temperatura a la que arde el papel de los libros. En un futuro opresivo Guy Montag, un disciplinado bombero encargado de quemar los libros prohibidos por el gobierno, conoce a una revolucionaria maestra que se atreve a leer. Poco a poco Guy comenzará a tener dudas sobre su libertad intelectual, y sobre el precio que esta libertad tendría sobre su seguridad personal. (FILMAFFINITY)
24 de noviembre de 2016
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace 900 películas que comencé a escribir críticas para Filmaffinity. Más de ocho años disparando lo que pienso, lo que me inspira, lo que me aportan los temas y las historias, robadas a la realidad o a la fantasía; posibles gracias al mágico invento de los Hnos Lumière y Georges Méliès. Y lo que realmente me sigue fascinando de este mundo de sabios creadores es mi amateurismo, la capacidad de sorpresa aún incipiente y la inocencia con la que sigo encajando parte de las propuestas cinematográficas. Guardar en un cogujón del bolsillo migajones de niñez es casi imprescindible, si quieres que el cine te siga ilusionando.
Porque una película es algo más que una oferta estética, íntima, de calado social, provocadora, reivindicativa, hagiográfica, minimalista, comercial, un acto de humildad o un narcisista ejercicio de exhibicionismo. Una película trasciende las intenciones de sus guionistas, directores y actores, para pasar a ser propiedad de quien la necesita (como diría il postino Mario). Y por eso cuando, años después, rescatas del fondo de la memoria por ejemplo: Fahrenheit 451, distopía de François Truffaut, te vienen enganchadas al recuerdo de las imágenes de los bomberos quemando libros: tus miradas de entonces, el olor del brasero de picón, la tele en blanco y negro, lo perturbadora que me resultaba Julie Christie.... y, casi, casi, el sabor de aquellas sopas de tomate, tortilla de patata y pimientos fritos que cenábamos, noche sí y noche también, a las puertas del invierno del 1973; justo cuando estaba a punto de cumplir quince años.

El realizador francés, basándose en la novela de Ray Bradbury del mismo título, escrita en 1953 nos traslada a una situación posible, a un día en el que las autoridades perseguirán a todos aquellos que osen leer libros. En los días que corren, cuando acaba de ser elegido presidente de los USA un personaje tan nefasto como Donald Trump, cuando en España, a pesar de lo vivido siguen mangoneando corruptos y ladrones; ¿alguién se atreve a dudar de que falta mucho para que un cuerpo especial someta a ese formato de libertades impresas en tinta a la temperatura que les convierte en antorchas?
Cuando murió Bradbury (1920-2012), siguiendo sus deseos, se escribió en su lápida: Autor de Fahrenheit 451, la obra que nació dentro del género de la ciencia ficción y que evolucionó hasta el atroz realismo. En su tumba de Los Ángeles, algún analfabeto rencoroso convertirá pronto en cenizas su epitafio.

Hay quien opina que, al menos en el cine, las historias futuristas acaban convirtiéndose en ridículos vejestorios, fundamentalmente por el tema de vestimentas, artilugios, vehículos y máquinas diversas; todo esto que puede ser importante en una producción comercial, no lo es tanto cuando los principios que soportan lo narrado son filosóficos y hablan de las relaciones humanas, de las libertades y del amor; de esos valores que corren el mismo peligro, en una sociedad adocenada y cibernética, que cualquier papel encuadernado al que se le acerca un soplete que ruge a 233º centígrados.
Sinhué
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow