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España España · Santander
Voto de Simsolo:
8
Drama Tras la muerte de su madre, con la que apenas había tenido relación, Purslane, una chica solitaria y hastiada, regresa a su ciudad natal, Nueva Orleans. Cuando llega, comprueba con sorpresa que en la casa materna viven desde hace años dos amigos de su madre: Bobby Long, antiguo profesor de literatura, y Lawson Pines, un chico que escribe la biografía de Bobby. El problema es que ellos no tienen la menor intención de marcharse. (FILMAFFINITY) [+]
17 de marzo de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay algo que distingue el cine más o menos clásico, con vocación de permanencia, de esa freiduría barata en la que se ha convertido una gran parte de la producción actual, es el ritmo, el tiempo que se toma para contar una historia. Ni siquiera con la justificación de los géneros (un filme de acción puro o de terror) puede negarse que una gran parte de las películas que se estrenan hoy pecan de un exceso de planos y de un montaje vacío, acumulativo. Antaño un cambio de plano tenía sentido; hoy no es más que un adorno, una muestra de estilo a veces inoperante y casi siempre cargante. La gente mata o muere sin que realmente importe algo, y no hablo de una carga moral o sentimental, sino de cierta ética artística. Una película como “A love song for Bobby Long” incide en lo contrario: no sucede gran cosa, pero se cuenta mucho. Claro que hay que saber percibir esas emociones y, para muchos espectadores educados en el exceso, probablemente resulte una película coja o, sencillamente, aburrida.

Trata de la vida y sus reencuentros, de esos cambios sutiles que transforman a las personas y hacen que sigan hacia delante. Nada de lo que sucede en ella parece reseñable, pero a poco que se participe de sus logros, la huella que deja se agranda. La naturalidad de cuanto ocurre, ese tiempo perezoso e indolente con el que sus desgraciados protagonistas se echan tierra encima o respiran en busca de más aire, llega a enternecer. Es, además, una comunión con una literatura y una música que son una herencia creativa. No sólo ese guiño a “El corazón es un cazador solitario”, sino también su pausada reflexión sobre lo que merece la pena y lo que no plasmada en citas, risas, silencios, tragos y canciones que condicionan las acciones de los personajes.

Los actores, no sólo el trío protagonista, actúan convencidos de lo que están haciendo y no hay imposturas. La belleza surge de lo trivial, de las sillas plegables castigadas por el sol y la lluvia, de esos diálogos sesgados por el pasado y sus rencillas que despejaban el horizonte de una Scarlett Johansson convertida en una ninfa triste, en manos de un profesor condenado y su discípulo.

En suma, un pequeño y conseguido tratado sobre la belleza de las pérdidas, los rencores y el paso del tiempo que, invocando cierta pureza perdida y dando la espalda al frenesí barato, merece la pena ver.
Simsolo
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