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España España · Valencia
Voto de Arakiri:
10
Drama Después de verse obligado a abandonar su casa y su familia por deudas de juego, un hombre rehace su vida como titiritero hasta que se ve envuelto en la revolución maoísta. Cuando consigue volver con su mujer y sus hijos, ya nada es como antes. (FILMAFFINITY)
5 de junio de 2007
58 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La vida se ve como un río, en la que unos flotan y otros se hunden, unos se ahogan y otros permanecen vivos, sin saber cuando llegarán los rápidos y los remolinos. Sin que los esfuerzos por nadar les sirvan a algunos para salvarse, ni el dejarse llevar por la corriente significa hundirse. Al final quien lo cuenta es quien vivió para contarlo"

Mi película favorita de Yimou, y posiblemente una de las que este en mi Top10 personal.

“Vivir!” Es un relato sólido, estructurado de manera tradicional, lo cual es una de las fuertes bazas de la película: la historia de una familia, en primer plano, que vive los grandes cambios sucedidos en China entre los años 40 y 60: la guerra civil que instaura el comunismo, el llamado Gran Salto Adelante de los 50, y la depuración y Revolución Cultural.
Es frecuente que muchas películas naufraguen en su intento por abarcar en dos horas tantos años. No ocurre así en este caso. El director recurre, en los grandes y obligados saltos de tiempo, al sencillo y antiguo cartel explicativo: unas palabras que entran en pantalla y salen con la luz y el color y el ritmo de una buena escena, con la perfección de un actor. Así de simple y eficaz.

Como sin esfuerzo, música, fotografía, y las palabras en la boca y en los gestos de los actores, con la dirección de arte, van llevando al espectador a través de sucesos e ideas y sentimientos, se pasa por muy distintos ambientes y climas humanos. Con medida, drama, armonía, sorpresa…

Las marionetas y las sesiones de sombras chinescas son también suelo y trasfondo, hilo conductor, en el transcurrir de la historia familiar; lo son de modo evidente los sucesos políticos y de guerra en un sentido, y, en otro sentido, mayor, la presencia constante en la familia de las leves marionetas, que adquieren un valor de símbolo, como si de una bandera de permanencia cultural y moral se tratase.

Como en todas las obras tocadas con la gracia de lo clásico, hay drama y comedia, hay dolor y humor y ternura, y hay esperanza: “Vivir!”, y no sólo físicamente. Vencer.
Todo esto, que puede parecer exquisitez minoritaria, no lo es, y no lo es por la fuerza de la historia, permanente y universal por verdaderamente humana.
Arakiri
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