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Voto de metabaron:
5
Ciencia ficción. Comedia. Romance Aunque Julia y Julio no se conocen, despiertan en la misma cama, después de una borrachera de la que no recuerdan nada. Él se enamora al instante; ella, no. En esta incómoda situación, se enteran de que no pueden salir de casa porque un gigantesco OVNI flota sobre la ciudad. (FILMAFFINITY)
30 de marzo de 2012
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que Nacho Vigalondo es una paradoja en nuestra cinematografía es algo que a estas alturas no debería extrañar a nadie: un cineasta con amor a la comedia y a la ciencia ficción capaz de ser nominado a un Óscar por un corto musical sobre un hombre bomba, de juntarse con el creador de "Wanted" para escribir un film de superhéroes y de hasta conseguir volverse punto de referencia para luminarias como Steven Zaillian (guionista de "La lista de Schindler") o Damon Lindelof (cocreador de "Perdidos"), los cuales tomaron su "Los cronocrímenes" como punto de referencia para proyectos.

Así que la segunda película del cineasta de Cabezón de la Sal estaba precedida de cierto hype (más allende los mares que por estos pagos, no nos vamos a engañar).

¿Y cómo resulta "Extraterrestre", que es lo importante?

Pues resulta ser un largo descolocante y bastante -nunca mejor dicho- marciano: una comedia urbana ambientada en Madrid sin atisbos de eso que se llamó "comedia madrileña", cuyo su humor se acerca mucho más al de Edgar Wright ("Zombies party") o al de Ricky Gervais ("Extras"), por lo que la cosa oscila entre la comedia incómoda y la historia de amor en medio del Apocalipsis.

Es decir: un importante perro verde fílmico surgido de un hijo de la globalización.

¿Lo mejor del largo? Su imprevisibilidad. Los cambios de tono son tan inhabituales y los personajes se comportan de maneras tan inesperadas que resulta muy difícil saber lo próximo que van a hacer. No hay ni una sola traza de la tan temida previsibilidad, que suele llenar la mayoría del cine comercial, en especial el fantástico. Por otra parte, el elenco actoral está atinado (verbigracia: el siempre hilarante Carlos Areces) y se nota. Especialmente, en las escenas en las que interactúan todos juntos, que provocan más de una carcajada en la platea.

Pero no son todo puntos positivos en este film: Raúl Cimas resulta un tanto forzado en su papel. El estilo visual, fruto de unas limitaciones presupuestarias asumidas por el propio Vigalondo, lo vuelve un tanto plano y televisivo. Además, el OVNI de marras, ese sobre el que parece girar la trama, acaba siendo más un MacGuffin que se queda fuera de cuadro durante casi todo el metraje que un elemento realmente importante para la historia. Finalmente, el desenlace resulta un tanto insatisfactorio (al menos para este humilde crítico) por lo poco que cierra y aclara la historia.

En resumen: una película curiosa, irregular y arriesgada que polariza. Al público le encanta o la detesta.

Eso sí: lo que no hay duda es que no es la típica comedia made in Spain.
metabaron
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