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España España · madrid
Voto de dieguin:
7
Ciencia ficción. Thriller Año 2013. Una misteriosa enfermedad se extiende por todo el planeta. La población, dominada por el pánico, se niega a salir a la calle para evitar una muerte fulminante. Mientras la civilización se desmorona, Marc emprende una misión casi imposible: la búsqueda de Julia, su novia desaparecida. (FILMAFFINITY)
1 de abril de 2013
32 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Marc (Quim Gutiérrez) y Julia (Marta Etura) son una de esas parejas ideales que te suben el azúcar hasta límites insospechados. Llevan una vida apacible en Barcelona hasta que una epidemia de agorafobia comienza a afectar a la humanidad. No se sabe cuál es la razón, pero todo aquél que intenta salir al aire libre acaba más tieso que la mojama. La única forma de subsistir es permanecer en sitios cerrados. Nuestros dos tortolitos quedarán atrapados en lugares distintos de la ciudad condal, por lo que Marc emprenderá un viaje subterráneo para buscar a Julia con la ayuda de Enrique (José Coronado), el cual estaba a punto de despedir al primero.

Me pregunto si algún día un film de estas características estará protagonizado por una mujer. O mejor aún, por dos. Resultaría mucho más interesante ver como se desenvuelven dos féminas en un escenario apocalíptico y rodeadadas de tanto cafre. En Los Últimos Días quedan desgraciadamente relegadas a un papel bastante secundario.

El protagonismo recae esta vez sobre Quim Gutiérrez y José Coronado, quien últimamente se apunta a un bombardeo. Sus personajes se llevan a matar, pero ¡Oh, qué sorpresa! deberán convivir y acabarán hasta cogiéndose cariño.

Su mala relación es explicada mediante los recuerdos de Marc antes y durante la pandemia. La forma en que nos cuentan cómo la sociedad se va al garete resulta de lo más eficaz y elegante. "Esto promete" piensa uno. Y tampoco es que defraude, pero sí que hay unos cuantos detalles que a uno le hacen poner cara de dibujo japonés con gota incluída en la frente.

Para empezar, después de tres meses encerrados en sus oficinas, los directores Álex y David Pastor han pensado que bastaba con ponerles melena y un poquito de barbita a los personajes. Qué suerte oye, que la comida que había en el edificio no se ha echado a perder ni se ha acabado. Haremos la vista gorda.

Por otro lado, la escena sacada de Perdidos en la que un oso está a punto de hacer rodar cabezas, no tiene desperdicio. Cuela que el animalito procede del Zoo, pero no que perdone la merienda cuando la tiene poco menos que diciendo "cómeme". Sin mencionar que un bicharraco de esas dimensiones debe de pesar media tonelada. Da igual, a Quim Gutiérrez le hace cosquillas cuando se le cae encima. Haremos la vista gorda.

Gracia me hizo a mí comprobar lo agustito que se encontraba la dichosa novia cuando Marc la encuentra. Ella ahí, tan pancha, en un edificio completamente vacío para su disfrute. Como si el fín del mundo no fuera con ella. Haremos la vista gorda.

Aunque nada comparado con el epílogo. El público es probable que se revuelva en su asiento cuando contemple esta escena final, que bien podría ser un cruce entre el El Libro de la Selva y el "The End" de Señales del Futuro. Ñoña es la palabra que más se acerca. Por aquí si que no pasamos.

Ahora es el turno de las buenas noticias, pues no hay que quitarle mérito a una producción española que en todo momento mantiene la espectacularidad y cuida mucho el apartado visual. Si ver Madrid vacía impresionaba en Abre los Ojos, Barcelona no se queda corta en esta ocasión.

Lo bueno de que el guión se haya decantado por la aventura y la buddy movie (término para designar películas centradas en dos varones y en su amistad) es que nunca aburre. Incluso consigue que te quedes con ganas de saber más (hasta que el happy ending te quita esa idea de la cabeza, claro).
Se agradece que, aunque tópicos, los personajes no sean planos y empatices con ellos. De ahí que el reencuentro entre Marc y Julia sea emocionante. ¿Quién no trataría de encontrar a Marta Etura?

Para terminar, apuntar que la violencia inevitable de este tipo de situaciones está presente. Aunque da la sensación de que los directores se han quedado cortos, en la superficie. Y es que si algún día presenciamos la caída de nuestra civilización, me temo que actuaremos de una forma mucho más primaria y violenta a lo mostrado en Los últimos días.

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dieguin
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