Palomitera continuación de la saga de la momia en la que como viene siendo habitual alguien desata una maldición creada hace muchos años y nuestros protagonistas junto con la ayuda de alguien que lleva vigilando la momia desde la época que se realizó la maldición, se dedican a enfrentarse contra mil y un estrambóticos poderes sobrenaturales.

Posiblemente se trata de la más visual y más espectacular película de las tres que se han hecho, pero peca en muchas cosas. Además de pecar en la falta de rigor histórica que lleva acompañándonos durante toda la saga, peca en haber querido cerrar la saga sin sentido. Para empezar, la protagonista femenina es sustituida por Maria Bello que en ningún momento iguala el listón de la original. Para seguir, Brendan Frasier se le ve en todo momento fuera de lugar y usurpado su protagonismo por Luke Ford que tampoco da la talla. Para terminar, el personaje de John Hannah vuelve a hacer de bufón de la película, pero está vez con chistes que no tienen sentido y que hacen sentir verguenza ajena. Tampoco ayuda una historia de amor metida con calzador, una infrautilizadísma Michelle Yeoh, y un Jet Li que sin poder dar patadas se encuentra como pez fuera del agua.

Por el resto, la película es entretenida y técnicamente está bien hecha.