Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Voto de Melmoth:
2
Terror. Intriga. Thriller En el siglo XVII, antes de la invención de la fotografía, Girolamo Fumagalli, un científico obsesionado con la idea de reproducir imágenes, descubrió que asesinando a una persona y arrancándole los ojos, era posible reproducir en un papel la última imagen impresa en la retina. Esa técnica se llamó 'tanatografía' y, en la actualidad, ese terrible ritual empieza a practicarse en una escuela internacional de cine. Co-producción ... [+]
27 de julio de 2009
54 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Santo Dios! ¡Qué cosa más mala de película! ¿A qué pobre diablo se le habrá ocurrido producir, dirigir o interpretar este bochornoso bodrio, deslavazado y aburrido a manos llenas? No quisiera ser despiadado, pero decidan si no ustedes cuando vean a un tal Alberto Amarilla en casi todos los planos y escenas sin contar nada, con una vocecita ridícula, procurando hacernos sentir miedo o estupor cuando no pena.
Un tanatoscopio (averigüen qué coño es este aparato del siglo XVI y para qué sirve y sabrán de qué va la película de las narices o de los ojos, en este caso) da pie a unos insensatos a creer que se puede retratar el momento último de la muerte (de los otros, no vaya a ser que las preclaras mentes científicas se pierdan por hacer experimentos consigo mismos); un frágil alumno -de fotografía y cine, supongo, en una universidad que no queda claro si es inglesa, americana o europea- que responde al apodo cariñoso de "Calavera" por su tez blanquecina y lechosa, empieza a ver muertos por doquier (en realidad son dos los muertos, y el doquier son los interiores de la venerable institución docente y sus aledaños)... y no busquen más, porque el tal "Calavera" se pasa los 90 largos minutos poniendo cara de haber visto dos merluzas preparando una lubina al horno... ¡Dios, y la música, qué música, quién es el músico que me lo cargo!
Una cosa les pido a productores de cine: Eviten, en la medida de lo posible, las coproducciones. Ésta que es de Italia, España e Irlanda (tres países católicos por excelencia, y, por extensión, y con un cine a ratos talentoso, casi siempre, pesado y con mucho pasado), no es para descrita. Salí de la sala de proyección (mi casa) bostezando, como se suele, con ardor de estómago y una mala hostia sin consagrar que para sí quisieran los adoradores del diablo.
Ni la vean, ni se molesten... y si lo hacen, no duden en escribir una crítica aún más ácida, si cabe, que ésta que acaban de leer. Saludos
Melmoth
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow