El trepidante y prometedor inicio va poco a poco diluyéndose, dando paso a una poco creible historia de afecto (¿amor?) en la que el metraje se extiende a la vez que, paradójicamente, la película se estanca, para acabar remontando con un buen final. Cierto es que los actores están muy a la altura, tanto la peculiar dupla protagonista como los arquetípicos secundarios (el capo de turno regente de, oh! sorpresa, un restaurante italiano y el expeditivo, drogadicto y corrupto policía), pero la película queda a medio camino entre la acción, el drama afectivo y los clichés del género mafioso. Añadamos que por el camino el director nos regala algunos planos excelentes, se le concede un punto al guión por ciertas frases ocurrentes, pero el 7.6 me resultaba excesivo para esta correcta película, recomendada también por algún que otro manual.