Y por seguir el juego, tan acertado,
de los que ya me precedieron,
con menos acierto que ellos,
dejaré en verso mi dictado;
en el que cuento el argumento,
de este cuento desenfadado,
fresco, descarado, y honesto
que Muñoz Seca, por cierto,
dramaturgo tan olvidado,
nos dejó para los restos;
y que recita, Fernán Gómez,
Fernando, llaman de nombre,
quien también los tuvo bien puestos,
tan bien puestos los… guiones.

Mas ya, más no les entretengo,
pues no alcanzan más mis dones,
y caro cuesta el papel que tengo,
aun cuando lo pagué a escote,
mas como lo prometido es deuda,
ahí va de bote en bote,
el prometido tráiler del argumento,
en el final de un estrambote,
y entre el son de un son soneto:

Era Don Mendo un menda tan "lerenda",
que Magdalena -dama sin decoro,
prometida al de Toro, él tan toro-
añagaza ha de hacerle, la muy prenda.

Mas, Mendo, tiene cierta la encomienda,
que en su divisa de armas va en grana y oro,
con el lema: “batirme he, sin desdoro,
morir por mi palabra es mi prebenda”.

Y por tal, tras jugar a siete y media,
morirá en pared emparedado,
si el de Vedia, o Dios, no lo remedia.

Cuando por éstos fuese remediado,
marchó a ser juglar de la comedia,
y rumia su venganza, disfrazado.

Ved, damas y caballeros,
los mil lances de este enredo,
y ved como entre el estruendo
se desata la venganza,
la venganza; de Don Mendo.