Simpática, alegre, refrescante y absurda historia que en su día sorprendió a críticos y académicos de Hollywood para alzarse con la preciada estatuílla dorada del teatro Kodak. Y es que cuando se trata de exportar la imagen de la encantadora Europa mediterránea, la bucólica sociedad, ese remanso de paz en medio de la Gran Guerra, parece que tocamos la fibra sensible de los americanos, lo cual me parece muy bien. Por lo demás no tiene nada, no es la leche, pero al menos tiene eso, el costumbrismo, algo que nadie sabe vender como los italianos y nadie compra mejor que los americanos. Puede que eso tenga algo que ver con el estado actual de ambas sociedades, el paroxismo italiano que se resiste a mirar al futuro contra la potente América en busca de unas raíces y una historia conque sustentar un proyecto de futuro desconocedor de su pasado. O tal vez sólo sea una película.