¿Qué forma tiene el agua? No tiene, se puede encerrar en un recipiente para que adopte su forma, pero el agua tiende a dispersarse. Y lo mismo le ocurre a esta película: trata de encerrar una historia, pero, al igual que el agua, esa historia se dispersa, va en todos los sentidos y no termina de llegar a ningún sitio. Los personajes son planos, la historia es simplona y todo ello está salpicado de pinceladas que remiten a diversos temas que poco tienen que ver con el núcleo de la película y que, en consecuencia, acaban expandiendo este cuento en tantas direcciones que su esencia se difumina. El resultado: una historia que no cala (¡a pesar de la omnipresente agua!), que no conmueve, que no consigue la empatía del espectador. Además, el ritmo de la narración es tremendamente dispar, algo muy negativo cuando son dos horas las que uno tiene que aguantar sentado en la butaca. Como dicen en otras críticas, que nadie espere ver un nuevo "Laberinto del Fauno". Esto es más un producto de fácil digestión y aún más fácil olvido. Sinceramente, no merece la pena.