Cine experimental, panfletario, irónico, contra clásico y Brechtiano. Godard recoge varios de los elementos del teatro de Bertolt Brecht y los usa, entre otros elementos, contra la linealidad, orden y “falsedad” del cine norteamericano. En “la chinoise” no solo asistimos a una película sino a la gestación de la misma. Evita en todo momento la configuración de una realidad ilusoria; el espectador debe mantener una distancia con el film, reflexionar sobre lo que sucede pero nunca “fundirse” con la escena; así, las interrupciones, explicaciones rotuladas, secuencias del “making off” se entrelazan azarosas, rompiendo en pedazos los moldes narrativos convencionales de presentación-nudo-desenlace. Brecht y el teatro marxista están presentes no solo en la forma sino en el contenido: Godard presenta a unos jovencísimos burgueses (sí, burgueses) revolucionarios y maoístas, a través de los cuales hace aflorar algunas de las aporías de la praxis revolucionaria-comunista del momento. Vilipendiada tanto por la derecha como por la izquierda de la época, mantiene en sus diálogos e imágenes un contenido político muy actual; y permanece como uno de las mas radicales demostraciones de hasta donde, el cine, como arte y como metacine, puede llegar. Difícil de ver, pero merece la pena.