Presunta película de terror. Pretendidamente terrorífica. Definitivamente deleznable. Apenas cuatro o cinco sustos, mal contados. Tópicos y escasamente trabajados, siquiera asustarían de no mediar la sugestión previa y propia de estar frente a un film de terror y las luces apagadas. Los intérpretes son cartones; eso en el menos perverso de los casos: Rose Byrne, tan mona como increíble madre de familia numerosa camino de convertirse en populosa. Porque el padre coraje astral que compone Patrick Wilson parece, meramente, subnormal ¿Cómo semejante taco de madera ha llegado a profesor de instituto? ¿Cuánto cobra un profesor de secundaria en la tierra prometida para poder comprarse esos chaletazos sin inmutarse, ni él ni su cuenta corriente (suiza)? Volviendo al tema del taco de madera ¿cómo se las ha arreglado para que le paguen por lo que él supone actuar? Lo dicho, la tierra prometida. No voy a entrar a valorar a la pareja de cazafantasmas con pinta de modernos de pueblo, no se si son de coña o que pasaban por ahí. Ni a otros personajes que aparecen y desaparecen al antojo del director con una aleatoriedad pasmosa, casi patafísica. Igual de aleatorio es todo en esta película, una infumable amalgama grumosa de subgéneros que maridan tan bien como las fresas y el ajoaceite. Peor: "Solo en casa" más teledrama familiar de las sobremesas de Antena 3 -pongamos por caso, "Cambiadas al nacer 7. De vuelta a la incubadora"- más "Los otros" más un etcétera indescriptible... todo ello salpicado de guiños cinéfilos de tan obvios obscenos, estética de barraca de feria, travestis almodovarianos y una traca final steampunk a cargo de Darth Maul con pezuñas que lo deja a uno entre picueto y patidifuso. Entre pachón y gorrino, como este film todo.