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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
8
Western Durante la guerra Civil (1861-1865), Howard Kemp (James Stewart) pierde su granja mientras lucha en el frente. Con el fin de reunir el dinero suficiente para recuperarla, trabaja como cazarrecompensas en el territorio de Colorado. Su primer objetivo será Ben Vandergroat (Robert Ryan), acusado de asesinar a un sherif. Tras acorralarlo en las Montañas Rocosas, se unen a él dos hombres que buscan compartir la jugosa recompensa: Jesse Tate ... [+]
22 de marzo de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"The Naked Spur" (Colorado Jim, 1953- curiosa, por no decir alucinada, traslación del título original), es la tercera colaboración entre James Stewart y su pigmalión cinematográfico, Anthony Mann.
Se trata de un western áspero, dirigido con pulso firme por un autor, Mann, que no parece tenerle gran confianza al género humano. Y es que ahonda sin piedad en el proceso, casi herejía, de enturbiamiento del tótem familiar Stewart iniciado con la estupenda "Winchester´ 73" (Winchester 73, 1950). Porque si en aquélla buscaba venganza, aquí nada más que una generosa recompensa.
Pero más allá de la reconversión del gran héroe americano- punto de inflexión, no sólo en la carrera del íntegro Stewart, sino del propio arquetipo-; la misantropía de Mann, y su indudable mala baba, resultan palmarias en una galería de secundarios cuyas motivaciones son cualquier cosa menos virtuosas. Ni siquiera las de la angelical Janet Leigh- por cierto, Mann parece topar con las mismas dificultades que unos años después encontraría Hitchcock para disimular el prominente busto de la criatura, y eso que no tiene que sacarla en la ducha.
Ninguno sale indemne de la implacable visión que Anthony Mann parece tener de la banda de buscavidas, cuando no meros forajidos, que construyeron América. Y a la cabeza de todos, o en lo más bajo de sus consideraciones- según se mire-, un despreciable Robert Ryan, excelente en la piel del villano. Bizantino y taimado, antes que al revólver, apela cobardón a las pasiones más mezquinas de sus captores. Ambición, vanidad y avaricia no son características tradicionalmente asociadas a la figura clásica del héroe; y, sin embargo, son mucho más propias, casi definitorias, del ser humano. Más habituales- eso seguro- que, pongamos por caso, el altruismo, la humildad o el sacrificio- constructos morales con que sublimar aquéllas, me atrevería a decir.
Anthony Mann entrega, en definitiva, un maravilloso western psicológico, sofocante como pocos, e indudablemente sombrío. Una obra, en fin, acerada y punzante como una espuela desnuda.
Carorpar
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