Toda la vida he suspendido matemáticas. Ni me gustaban, ni las entendía, ni nos llevábamos bien...

Recuerdo que la pizarra era una masa de tiza blanca sin orden ni concierto, y como desviase la mirada aunque sólo fuese para mirar la hora, me perdía irremediablemente en la solución del problema.

Pero todo eso ocurría porque jamás me dijeron que con las mates podía ayudar a la policía a detener asesinos. ¡Eso se avisa antes!

Supongo que mi inmadurez me hizo pasa por alto que aquella frase de "el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los catetos al cuadrado" era un simple acertijo para descubrir que el vecino del sexto me roba la señal de internet, o que las dichosas raíces cuadradas son un mero instrumento para saber que el carnicero me estafa con el peso de la carne.

Yo, que podría haber sido una gran detective, que habría metido en la cárcel a miles de asesinos en serie (porque si no es en serie lo de las mates falla) me quedé siendo una don nadie, porque en el colegio jamás me confesaron el poder de las matemáticas.


Ahora mismo voy a enviar una carta a la Moncloa para que elimine el cuerpo de policía al completo, y ponga a matemáticos en su lugar, la criminalidad descenderá una barbaridad!