En "L´atelier", Laurent Cantet repite argumentos y personajes ya reconocibles en su cine anterior. Como en “La clase” – su más celebrada y mejor película hasta la fecha, con permiso de “Recursos humanos”- volvemos a encontranos aquí con un variopinto grupo de chavales representando el amplio abanico multicultural que es desde hace décadas la sociedad francesa. La película nace a la sombra de acontecimientos recientes como los atentados de Charlie Hebbdo o Bataclán. Es importante conocer el contexto en la historia de estos muchachos que se reúnen en torno al objetivo de publicar una novela coral, tutelados por una profesora que es a su vez una reconocida escritora. El taller al que se refiere el título forma parte de una especie de programa de reinserción social, así que no en todos sus miembros hay una verdadera vocación literaria.

Los problemas surgen pues en una primera reunión en la que se plantean las líneas maestras del curso. De este primer encuentro, podría deducirse que el objetivo de la película es determinar en qué consiste el proceso creador, cuáles son sus fases y sus motivaciones. Cantet, por supuesto, no deja de preguntarse por todo ello a lo largo de todo el film, pero va también más allá. El caso es que los chavales deciden escribir su ficción al amparo del género negro- lo que les viene más a mano- aunque sin olvidar el componente social, y es esa elección la que decanta también el devenir de la película
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Sin duda, el personaje más interesante de la película es el de Antoine, uno de los alumnos que pronto se destaca como la nota discordante del grupo. Siempre dispuesto a lanzar la pregunta incómoda, la duda razonable, el comentario más políticamente incorrecto para que sea el espectador quien finalmente termine cuestionado. Sensible, perspicaz, y ante todo contradictorio, se debate entre el amor por los niños y sus simpatías por un grupo de tendencia neonazi; intenta canalizar su agresividad jugando a la consola y dedica el resto de su tiempo libre a bañarse y tomar el sol relajado en una apartada cala. La relación de Antoine con su profesora- grande Marina Fois- eleva la tensión y da pie a las mejores secuencias del film. Con ecos de algunos títulos de Chabrol o incluso de "En la casa" de Ozon, Cantel se atribuye el mérito de extender sobre ellas el ambiente más malsano y perturbador.