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Voto de Revista Contraste:
2
Drama. Romance La joven Tessa Young (Josephine Langford) cursa su primer año en la universidad. Acostumbrada a una vida estable y ordenada, su mundo cambia cuando conoce a Hardin Scott (Hero Fiennes Tiffin), un misterioso joven de oscuro pasado. Desde el primer momento se odian, porque pertenecen a dos mundos distintos y son completamente opuestos. Sin embargo, estos dos polos opuestos pronto se unirán y nada volverá a ser igual. Tessa y Hardin ... [+]
11 de abril de 2019
66 de 89 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un “Hay momentos en la vida que nos definen” se abre el primer film de la tetralogía para adolescentes After. Esta futura saga, basada en las novelas de Anna Todd, recoge relatos inspirados por el amor de la escritora a Harry Styles (cantante de One Direction). Los libros ya han sido descritos como las Cincuenta sombras de Grey para jóvenes. Y, pese a haber suavizado la primera entrega en la gran pantalla (ya que el texto original es mucho más escabroso), alguien con criterio no deja de estar inquieto ante el eminente triunfo de esta fórmula comercial y sexual.

Para analizarla, empezaremos con la frase inicial mencionada, puesto que describe muy bien lo que el espectador va a ver: “Hay momentos en la vida que nos definen”. La película parte de la premisa del cambio de identidad de una joven ante su primera relación sexual. No dice “hay etapas que te definen”, sino que son instantes que, como el de un trauma, van a marcar quién seas hasta el fin de los tiempos. Y el largometraje termina diciendo: “Pasado esto, ya solo queda after (después)”.

Así que, en esa vaguedad cronológica, la cinta agarra un hecho sexual, bajo un pretexto muy visto de “chico malote, guapo y con dinero consigue a chica buena e insegura”. El resultado es una historia que busca ser transcendental y que, no obstante, carece de trasfondo alguno.

Cuando las réplicas vuelan sin razón, las caricias parecen tener sonido, las respiraciones profundas acompañan los eternos giros de cámara ralentizada y en primer plano de las caras de los protagonistas mientras se besan… algo sucede. Cuando todo se entrelaza con música a ritmo de videoclip, lesbianas guapísimas de infarto, profesores portadores de la moral, grandes citas de novelas clásicas y universidad muy americana; se huele que han creado un embalaje edulcorado para captar al público joven y venderles algo que buscan.

¿Qué buscan? Que alguien les hable sobre sus intereses; los cuales, en esas edades, muchas veces van guiados por el despertar sexual. Si encima la protagonista tiene “todas” las características en las que una adolescente se puede ver reflejada (además de ser guapísima y tener siempre suerte), el mensaje cala más hondo. Y cuando le sumamos que la figura masculina es un hombre con un “gran trauma”, cuya voz aterciopelada y cara de esfinge busca poseerla: ella cae en sus garras.

Bajo todo eso, el film juega dos bazas: la de chica que salva a chico y la de “tómate el tiempo que necesites”. Sin embargo, olvida resaltar que él se sale con la suya durante el proceso de conquista y en el final. También ignora el hecho que ella salga impune y de rositas ante una infidelidad, o que los problemas no tienen consecuencias (ni los pasos morales que damos ni los pasos físicos).

Y pese a poder ser una caricatura de la realidad, After solo da argumentos para seguir apoyando unos esquemas machistas y deshumanizadores en los que el amor y la persona no importan.

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Revista Contraste
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