La miniserie es entretenida, incluso divertida e inteligente en ocasiones. Pero a medida que avanza cada vez son más las situaciones donde todo queda adulterado para poder transmitir sus mensajes progresistas. Los primeros 3 episodios están casi libres de carga moral, y es cuando la serie mejor funciona y más se disfruta. En la segunda mitad de la serie, y en especial el último episodio (casi vomité viéndolo), tanto las situaciones y la forma de gravarlas para el público, como la historia que te están contando, e incluso la evolución de los personajes, todo está encarado a transmitir sus mensajes. Una lástima la verdad porqué los primeros episodios realmente son disfrutables. Lo que pasa es que el exceso de transmisión de valores no es un problema que le reste calidad al producto, después de terminar la miniserie te das cuenta que ésta es su esencia, su objeto, su razón de ser. Ése es su propósito y sin sus mensajes la serie no habría nacido, sin el objetivo de transmitir lo que quieren al público la historia que te cuentan no tendría sentido. Con lo que, si no te gusta que te aleccionen, te va a dar un poco de rabia. Aunque en eso es efectiva y al final consigue hacerte saltar alguna lagrimilla aún sabiendo que te están metiendo valores con calzador.