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Voto de Demetrio Rudin:
10
Cine negro. Drama Retrato desolador de la injusticia y el sufrimiento humanos causados por el sistema penal de los Estados Unidos vigente tras la I Guerra Mundial. (FILMAFFINITY)
16 de febrero de 2006
27 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
James Allen es un excombatiente que, decepcionado, se pone a buscar un trabajo. Tiene dificultades para integrarse en su ciudad natal y ha de vivir en un albergue para parados y excombatientes. Le proponen comer gratis en un establecimiento, pero se ve envuelto en un atraco en el que muere el dueño...

Soy un fugitivo es una de las películas cumbres del género de presidios. La historia adaptada a partir de una novela de un presidiario huido que hubo de asesorar a los guionistas en secreto, nos sumerge en la América de finales de la primera guerra mundial, donde un hombre inconformista y con aspiraciones fracasa en su intento por ascender a un puesto de trabajo mejor. Esta fallida intentona le conducirá no solo a la inmundicia, si no también a una condena de diez años en trabajos forzados, tras verse involucrado en un crimen del que es inocente. Siguiendo la estela de tan cruda narración, el film lanza una fuerte crítica contra el sistema carcelario de la depresión estadounidense, demostrando que la dureza en las condenas además de impedir cualquier reinserción del preso en la sociedad, conlleva en algunos casos que la honradez y valía de los individuos inocentes se torne en criminalidad y delito. En este sentido el contexto de la trama ejemplifica que el estado ante la imposibilidad de acabar con los grandes gángsteres se cebe en la mayoría de los casos con criminales menores, estableciendo penas totalmente desproporcionadas. El desarrollo de la historia es ágil, lleno de giros, personajes contaminados y graciosas paradojas (Allen en su huida por segunda vez destruye el puente que con tanto trabajo había construido).

En lo visual, este título denota buenas dosis de documental; ya que además de su crítica, el director Mervyn LeRoy emplea un manejo de la cámara sencillo y accesible, teñido, eso sí, por algún que otro detalle de clase, como los magníficos primeros planos sobre Paul Muni, la excelente persecución final o la marcada influencia expresionista de la fotografía. El reparto es un gran acierto de la cinta, Paul Muni, esboza a la perfección el descenso a los infiernos que experimenta su personaje, ese desenlace en el que se aleja entre la oscuridad con los ojos abiertos pocas veces podrá ser imitado por cualquier otro actor. La banda sonora de Leo F.Forbstein combina partituras de gran valor dramático, que acompañan magistralmente los originales fundidos de la dirección; destacando sobre todo el canto de los presos mientras pican al unísono en la ladera de la montaña.

En conclusión, nos encontramos ante un título excelente, con un guión sólido de carácter negro y una puesta en escena trabajada, incrementada, si cabe, por un majestuoso elenco actoral.
Demetrio Rudin
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