Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Voto de rober:
9
Drama Una pareja de ancianos viaja a Tokio para visitar a sus hijos, pero ninguno de ellos tiene tiempo para atenderlos, por lo que deciden enviarlos a un balneario. Cuando regresan, la madre pasa una noche en la casa de una nuera, viuda de uno de sus hijos. A diferencia de sus cuñados, Noriko muestra afecto por sus suegros y conforta a la anciana. (FILMAFFINITY)
10 de septiembre de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Cuentos de Tokio" es una de esas películas que dejan huella. Es curioso que una película oriental constituya una crítica tan aguda sobre la manera en que la sociedad moderna institucionaliza el abandono y la falta de respeto a nuestros mayores.

La grandeza de la película estriba en el contraste entre la delicadeza de las formas y el desgarro que provoca su contenido. Ozu nos presenta el periplo de una pareja de ancianos durante su viaje a Tokio, visitando a sus hijos. Prevalecen los planos fijos y los diálogos aparentemente intrascendentes. La cámara se sitúa a un nivel bajo, lo cual provoca en el espectador occidental la sensación de estar asistiendo a las escenas de familia desde un escondrijo casi clandestino. El tono es casi de documental, pero a medida que pasan los minutos la sucesión de planos se va convirtiendo en un cuchillo abruptamente afilado, que se va clavando en el espectador. Los movimientos de cámara, siendo escasos, adquieren una significativa importancia.

El aparente conformismo de los ancianos ante la situación a la que se enfrentan hace que todo resulte íncluso más patético. Quizá todo sea consecuencia de la dolorosa derrota del país en la Segunda Guerra Mundial, acaecida muy pocos años antes de la producción de la película. La capacidad de sufrimiento del pueblo, el espíritu de superación y el orgullo por seguir adelante quizá hayan provocado un enfriamiento de los lazos familiares y un endurecimiento en la posición de cada uno ante sus propios ancestros. Ni la mayor fatalidad puede quebrantar el hielo que se ha formado en el interior de los personajes. Los hermanos no se tocan, ni siquiera hay contacto físico entre padres e hijos. Sólo la nuera, que convive con el sufrimiento personal desde hace años, es capaz de empatizar y de mostrar verdadero afecto.

Los 135 minutos se me han hecho largos, pero más bien porque he terminado por desear que la sensación de ahogo acabe de una vez.

Un clásico que ha resistido muy bien el paso del tiempo, y que seguramente perdurará por muchos años que pasen.
rober
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow