Curisosa sátira del mundo de la moda. A pesar de que han pasado casi cincuenta años desde que se rodó, la película es extraordinariamente actual. Es curioso que Klein optase por el blanco y negro para hacer esta película. Sin duda, no es una elección gratuita.

El argumento parte de un planteamiento arriesgado, y poco a poco la trama se va deformando hacia situaciones imprevistas y sorprendentes, entre lo pop y lo naif. Uno puede preguntarse mientras ve esta película si existía un guión, pero el conjunto tiene una extraña coherencia. No es ficción, no es documental, pero es todo a la vez. De todos modos, la crítica a la superficialidad y al consumismo se antojan claras y evidentes. Y esa crítica no sólo se dirige al mundo de la moda, sino que con las ramificaciones del argumento termina apuntando hacia la televisión, la familia y el materialismo en general.

El sentido del humor se convierte en un ingrediente básico de la historia, porque el tono es marcadamente divertido. Quizá se echa de menos un poco más de contenido, porque a fin de cuentas se trata de un film de un sentido claramente destructivo. De todas formas, es recomendable por su gran originalidad.