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España España · Barcelona
Voto de rober:
6
Drama Narra la historia de amor entre Elise y Didier. Ella tiene una tienda de tatuajes, él toca el banjo en una banda. Es amor a primera vista, a pesar de sus diferencias. Él habla, ella escucha. Él es ateo y un ingenuo romántico. Ella tiene una cruz tatuada en el cuello, y los pies en el suelo. Su felicidad se completa con el nacimiento de la pequeña Maybelle. Pero la niña enferma a los seis años. (FILMAFFINITY)
11 de mayo de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se juega con material tan sensible, es difícil salir del todo bien parado. Y eso es un poco lo que le pasa a esta película. Muy buena la primera hora. Groeningen relata con vigor y sin concesiones una historia rotunda y emotiva, conmoviendo de verdad, pero sin cargar las tintas más de lo necesario. Los actores protagonistas están a un gran nivel, y se siente química entre ellos. La música pegadiza y los flashbacks se utilizan de forma muy meritoria para trasladar un mensaje, y no como mera válvula de descompresión ante situaciones trágicas. El contraste entre escenas felices y otras devastadoramente dramáticas, con saltos continuos en el tiempo, no sólo sirve para dar respiros al espectador, sino también para mostrar la idea de que nuestras existencias van a la deriva, de que lo bueno y lo malo son parte indisoluble de la propia vida.

En la segunda hora, el conjunto decae. Groeningen ha llevado el argumento tan al límite que después resulta casi imposible mantener la tensión. El gran error del film, en mi opinión, es que en la segunda hora el foco de la narración se traslada hacia un conflicto de pareja más o menos convencional. No hay mucho más. Al contrario de lo que se ha dicho, no veo que esta película transmita un especial mensaje político, moral o social. Las referencias que se hacen en ese sentido quedan enmarcadas (seguramente, con acierto) dentro del propio delirio de los protagonistas. Esa segunda parte de la película está llena de pasajes previsibles y redundantes. El plano de Didier agarrando el mástil del micrófono mientras canta, seguido del de Elise apoyando la suya sobre su vientre, valen por toda esa hora. No habríamos necesitado más. Desgraciadamente, una película que me había conmocionado en muchos momentos de su metraje, se me estaba haciendo pesada.

Eso sí, el desenlace sirve para salvar el mal sabor de boca. Los cinco minutos finales me han parecido muy buenos, y la última escena es de las que se te quedan grabadas por siempre en tu particular memoria cinematográfica. Una extraordinaria manera de resolver una película que me ha dejado una sensación agridulce, pero que ni mucho menos me arrepiento de haber visto.
rober
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