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Voto de Martes Carnaval:
7
Drama. Comedia Relato del encuentro inesperado entre algunos de los habitantes del número 2 de la calle Eugène Manuel, en París: Paloma Josse, una niña de once años tremendamente inteligente y con un plan secreto; Renée Michel, portera discreta y solitaria que bajo su apariencia de inculta y arisca oculta en realidad una personalidad inteligente y cultivada, y el enigmático señor Kakuro Ozu, un japonés que acaba de mudarse al edificio... (FILMAFFINITY) [+]
11 de diciembre de 2009
35 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es la adaptación de un libro que ha sido un éxito en ventas.
¿Se debe, en un caso así, leer primero el libro y luego ver la película, o al contrario?
¿O tal vez la lectura del libro o la asistencia a la proyección de la película aconsejen no acudir a su complementario artístico para evitar la decepción, en el primer caso, o el aburrimiento, en el segundo?
He ido a ver la película sin haber leído el libro y tengo la intención de leerlo una vez vista la película. Mi opinión no está pues contaminada por la fidelidad de la adaptación.

Estamos ante una reflexión bastante lúcida sobre algunos temas eternos: la incomunicación, la afinidad, la sensibilidad, la mediocridad, la familia, la cultura, la muerte… pero, sobre todo, acerca de la soledad y de los mecanismos que utilizamos para evitar reconocerla. Gira en torno a tres personajes atípicos, magistralmente interpretados: una niña superdotada, una intelectual camuflada y un sabio oriental vitalista y receptivo.

La rareza de los personajes es un arma de doble filo: permite composiciones inéditas pero deja un poso de inverosimilitud.

Los tres personajes están solos, pero sus soledades son diferentes: la de la niña se debe a la incomprensión del medio debido a sus características; la de la mujer, a su desconfianza de poder relacionarse con sus iguales culturales; la del hombre, a sus circunstancias espacio-temporales. El engarce entre ellos es lógico aunque, de inicio, un poco forzado. Su relación a tres bandas, interclasista, intergeneracional, interracial, intercultural e interprofesional, pone de manifiesto que por encima de todas las cosas, incluidos los vínculos de sangre, nos une la sensibilidad, la capacidad de emocionarnos con las mismas cosas. "Toda la luz del Universo, la verá un día el hombre por la ventana de una lágrima", decía León Felipe. Los afines no se buscan, se reconocen a medida que se encuentran.

Una persona con inquietudes culturales nunca está del todo sola, viene a decir la película. La soledad es, entonces, mucho más llevadera. En caso contrario se tiene una pobre vida interior y el que no tiene una vida interior intensa convive con un extraño. Si amar la soledad es preferirse, poder sobrellevarla es aceptarse, lo que no está al alcance de todos. Y cuando dos personas con inquietudes culturales similares se percatan de la existencia de ese otro con análoga sensibilidad se produce una atracción, un magnetismo, que inevitablemente lleva implícita una sinergia vital que, como otros grandes sentimientos, será perpetua mientras dure.
Martes Carnaval
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