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Etiopía Etiopía · gernika-lumo
Voto de Igorka:
6
Drama En 1941, Barton Fink viaja a Hollywood para escribir un guión sobre el luchador Wallace Berry. Una vez instalado en el Hotel Earle, el guionista sufre un agudo bloqueo mental. Su vecino de habitación, un jovial vendedor de seguros, trata de ayudarlo, pero una serie de circunstancias adversas hacen que se sienta cada vez más incapaz de afrontar su trabajo. (FILMAFFINITY)
25 de noviembre de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los Coen, si se identifican con algo es por una cosa: magnífica puesta en escena con unos diálogos de lo más ingeniosos y oscuros, que a veces rozan lo bizarro. Su gran capacidad para crear personajes inusuales, extraños, pero verosímiles ante todo hacen que las situaciones a las que se enfrentan sean reales, por muy surrealistas que parezcan.
Un guionista llamado Barton Fink recibe excelentes críticas de sus obras de teatro en New York, y por muy honesto y humilde que sea, acaba por seguir el consejo de su representante y viaja a Hollywood a ganar dinero aprovechando su inmenso talento. Pero, convencido de que el éxito de sus obras se basa en contar historias de la calle para gente de la calle, con problemas reales, el tema que le ofrecen para escribir su película hace que se quede en blanco y no sea capaz de arrancar. Solo su propia experiencia hace que tenga algo con qué arrancar.

Con esta simple fábula los Coen nos hablan de lo que es el cine, y lo que supone realmente el trabajo de un guionista de cine. Es imprescindible basarte en tus propias experiencias para poder escribir algo con corazón, y no con fórmulas ni artimañas en las que se basan las obras de la industria hollywoodense, pues allí parece imposible triunfar si no es de este modo. La forma de tratar que tiene el jefe de la Mayor que contrata a Fink es caricaturesca, y roza lo absurdo, pero el ingenio de los diálogos hacen que disfrutemos de su personalidad.

Con una secuencia de apertura comparable a la que protagonizan los ayudantes de Frank en “Hasta que llegó su hora” (Once upon a time in the West. Sergio Leone, 1967) en la que el movimiento de la cámara acompaña a una polea que resulta ser la que facilita la subida y la bajada del telón del teatro, se nos sugiere el infierno a donde va a bajar el protagonista, y con la inminente puesta en escena, quedará claro su profesión y su forma de abarcarla: honesta, humilde, distante.

Muy buena película, que sin embargo no me ha hecho sentir absoluto nada de nada.
Igorka
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