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España España · Santa Cruz de Tenerife
Voto de Travisloock:
8
Drama. Romance. Comedia Jean-Louis, un ingeniero católico de treinta años, descubre un día a la salida de misa a Françoise, una mujer rubia, y presiente que algún día se casará con ella, pero la pierde entre la multitud. Por otra parte, su viejo amigo Vidal, marxista convencido, lo lleva a casa de Maud, una bella divorciada. (FILMAFFINITY)
30 de abril de 2012
23 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
El principio de la paradoja del cuervo nos lo deja bien claro: Cada cuervo negro que vea reforzará inductivamente mi creencia de que todos los cuervos son negros. Incluso, partiendo de ese silogismo dicen que se puede demostrar que cada manzana roja que vemos refuerza nuestra creencia de que todos los cuervos son negros.

En este punto de convergencia entre probabilidad bayesiana y la lógica inductiva puede haber una manera de enfrentarse a los problemas existenciales o incluso metafisicos. Si Perelman encuentra un camino, podría ser casi con toda seguridad un camino probabilístico -Existiría una probabilidad enormemente pequeña de que el cosmos sea fruto de la casualidad, o sea Díos existiría con una probabilidad inmensa-.Pero a mí no me interesa de momento la pregunta de si existe Díos o no, sino cómo se puede creer en él.

A todos los que tememos el salto al vacío de la muerte, lo que nos interesa es quitarnos esa angustia. Pascal advierte de que siempre es conveniente la apuesta por la existencia de Díos, pues no hay riesgo en ella. Este es principio que siguen todos los estadísticos que quieren forrarse en Las Vegas, o la máxima que siguen los jugadores de Poker. Si yo apuesto X a una mano en la cual tendría un beneficio de 5X, si mi probabilidad de ganar es mayor de 1/5, siempre me convendrá invertir en esa empresa. Laplace y la norma de los números grandes me avalan. En el caso de Pascal -Por cierto, un matemático brillante-, el nos dice que aunque la probabilidad de que Díos exista sea ínfima, mi inversión X es muy pequeña, y mi ganancia es inmensa- La gloria eterna, nada menos-.

Pero, repito, a mi la existencia de Díos no me interesa tanto como mi capacidad para poder creer en él. Tan atrevido es ser creyente como ateo, tan temerario es afirmar que Díos existe- a la espera de una explicación de Perelman-, como que no. Sólo necesitamos un placebo para la angustia del salto. Y bien pensando, que aburrimiento la vida eterna, no?. Lo ideal es ser un agnóstico anestesiado. Y para ello, lo mejor es que todos a mi alrededor crean en Díos . Pues cada creyente convencido que me encuentre reforzará mi confianza en que se puede creer en él. Exactamente como si viera cuervos negros.

En términos de hoy en día: que Díos tenga una calificación AAA+
Travisloock
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