Como la ignorancia, nos lleva a convertirnos en seres estúpidos. Viendo este largometraje me han venido a la mente, dos títulos anteriores, El Bosque de M. Night Shyamalan, 2004 y La cinta blanca de Michael Haneke, 2010.
El primero por tratar el tema de la excesiva protección paternal, a base de mentiras y engaños, y el segundo por tratar de demostrar las consecuencias de una educación estricta e inflexible, en ambas coinciden en una cosa, al igual que en este.
Resumiendo: largometraje no apto para salas comerciales, ni en las que dejen comer palomitas, pues a más de uno, se le atragantarían ante la dureza de algunas de las escenas que aquí se nos muestran.