Harron no trabajó demasiado en la pluma que trazaría el devenir argumental de American: podría decirse que arrojó la pluma sobre el papel y provocó un manchón considerable. Luego comenzó, si, a generar un cierto sentido estético dentro de su criatura artística. El problema es que más allá de ciertos matices interesantes, esta peli deja ver siempre y a cada momento ese manchón original.

Una voz en off innecesaria nos sumerge en la psiquis compleja y fría de un asesino que se regodea en el sadismo, en la lujuria y en el poder, principalmente en el PODER. Pero una introducción con música clásica de fondo y una voz pausada, cuasi susurrada, nos invita al engaño, por que esta obra de Mary H. no pretende generar un cambio brusco de tono, y si lo hubiese pretendido sería un enorme fallo, sino que lo enfoca desde un factor sorpresa que resulta tan brusco y bruto como su personaje principal. Bale, esta correcto y no pasa de allí: le caen bien los roles de personajes adinerados y narcisistas pero se muestra histriónico por demás en las secuencias donde debe sacar a luz un instinto perverso no demasiado fácil de expresar.

Existen baches argumentales muy evidentes: medio dificil que un asesino ensangrentado pueda pasearse a sus anchas con una motosierra por los pasillos de un edificio, hay varios baches de esta índole. No obstante, de American uno destaca esa crítica velada al poder más repugnante, a la saliva abundante que generan un par de billetes, al nombre siempre no del todo relevante, el asunto es cuanto tienes en el bolsillo: si tu cosecha verde es considerable, mucho podrá, o deberá, pasar desapercibido.