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Voto de Elena Escudero:
4
Drama. Romance París, 1928. Tras la Revolución Rusa de 1917 y, después de varios años de exilio, un grupo de súbditos leales al zarismo sigue buscando el rastro de la Gran Duquesa Anastasia, la única superviviente de la matanza de Ekaterimburgo (1918), ciudad donde los bolcheviques de Lenin acabaron con la dinastía de los Romanov. (FILMAFFINITY)
20 de mayo de 2019
1 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi abuela Carlota me contaba con emoción y énfasis en su narración, la historia de Anastasia y su "reaparición" milagrosa en París, donde un astuto ex general ruso (malo, malísimo, como todos los soviéticos) toma las riendas del asunto y se dispone a cambiar el curso de la historieta. Y lo digo en diminutivo, porque el dramón resulta, además de más falso que un euro con el rostro de la Reina Letizia; no resiste el menor análisis histórico.

Puede que en la Rusia actual, el inventor del cuento de Anastasia exija derechos de autor al espantoso musical que recorre los escenarios de EEUU y Europa, rememorando nuevamente el tema de la nieta nunca fusilada por los rojos, rojísimos de la Revolución bolchevique contra el reinado de los Zares, tan buenos y estupendos, aunque mataran de hambre a más de 40 millones de personas.

Técnicamente, el producto cumple los requisitos esenciales para que la leyenda sea adoptada como verdadera entre los millones de incautos que cuando van al cine, creen lo que ven, cuando lo suyo es comprender que en Hollywood se lleva haciendo este tipo de cine desde la época de las silent movies, solo que entonces Charlot era una mosca cojonera en el trasero de la industria y esta clase de narraciones no colaban.

Las Fake News tienen hoy un hermano llamado Fake Films (casi todos) aunque en muchos casos se advierte que "los hechos que relata la película están basados en la realidad", lo que por ende resulta insultante para quienes conocen la historia.

Aqui, ni con Yul Brynner y la oscarizada Bergman (en su peor papel) se logra otra cosa que la risa contenida, aceptando en lo que vale la astucia de Anatole Litvak, que como director de productos anticomunistas ganó muchisimo dinero, pero como realizador fue siempre un desastre.
Elena Escudero
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