Y para mi, esa ya es casi su mayor virtud. Que un tema como el de la esclavitud negra en los Estados Unidos sea tratado con tanta exactitud sin buscar melodrama en lo que ya es de por si un drama enorme, es de agradecer. Y que encima, mantenga el interés, un logro. Porque llegas a esta película temiendo lo peor a pesar de los premios, y resulta una película extremadamente dura pero bella al mismo tiempo, y con unas interpretaciones estelares de todos los actores que intervienen.
El valor de la vida humana, ha adquirido importancia real a nivel global -y casi que solamente en el primer mundo-, solamente desde hace unos cincuenta años, y eso en este caso se refleja perfectamente en la película. Seres humanos tratados como ganado por ser de un color diferente al imperante, y lo chocante que resulta que un país conviva con eso durante tantos años: al norte hombres libres, al sur esclavos.
La odisea de Solomon es tremenda, casi no asumible sin sentir como propia la injusticia que sobre él se cierne, terrorífica e inapelable.
Tremendos los actores, incluso en sus papeles más desagradables y despóticos, y una ambientación sureña maravillosa. Las dos horas de película se ven en un suspiro, y te deja pensando al respecto de lo que sucedió no hace tanto en un país tan grande en todos los sentidos como es Estados Unidos de América.
Nota: 7,25.
Pd. Brad Pitt cada vez con más peso y ojo en esta industria cinematográfica aletargada y mortecina.