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España España · Almería
Voto de Gabriel Ufa:
7
Western Kansas, 1866. Un forastero (Errol Flynn) intenta imponer el orden y la justicia en Dodge City, una próspera ciudad a la que llega el ferrocarril, pero que está dominada por un cacique y su banda de pistoleros. En su empeño cuenta con el apoyo de la sobrina del médico local (Olivia de Havilland). (FILMAFFINITY)
21 de octubre de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia comienza en Kansas, en 1866, con la Guerra de Secesión ya acabada y la reconstrucción del Oeste por hacer. Con una brillante fotografía en Technicolor del siempre solvente Sol Polito, nos sumergimos en la época en que el ferrocarril empezaba a sustituir a las diligencias. Cada ciudad esperaba su “caballo de hierro” (más de un siglo después, decenas de ciudades españolas siguen esperando, con más resignación que esperanza, la llegada del AVE).

Wade Hatton (Errol Flynn) es un aventurero todo-terreno contratado para cazar búfalos, cuya carne se emplea para abastecer de comida a los hombres que construyen el ferrocarril. Con la llegada de este esperadísimo medio de locomoción, se produce un rápido crecimiento en esa ciudad, Dodge City: se multiplica la población, el trabajo, el ocio (casinos, bares), pero también la delicuencia.

Curtiz consigue un film lúdico, con un ritmo alto característico de su estilo, en el que no se recrea ni siquiera en los primeros planos de sus dos estrellas (apenas hay, lo que los hace, por esperados, más valiosos). Hace poco vi “El rebelde orgulloso”, penúltimo western de Curtiz, en el que primaba la emoción sobre la acción. En “Dodge city”, la acción lleva el mayor peso. Fiel reflejo de ello es la magnífica pelea en el saloon de todos contra todos, muy bien filmada.
El Oste de Curtiz es duro (hay muertes dolorosas), polvoriento, pero también tiene espacio para una cara más amable, donde los hombres están sedientos de acción y beben y se divierten en los bares. En uno de ellos, encontramos a una joven y atractiva Ann Sheridan (“La pasión ciega”) en un pequeño papel de bailarina.

En cuanto a los actores principales, se puede decir que Errol tiene una presencia estelar. El estilo de Curtiz, con sus ágiles movimientos de cámara y el ritmo que imprime a las escenas de acción encajan con él a la perfección. Suplía cualquier carencia que pudiera tener como actor (al menos, él lo afirmaba), con su imagen idílica de galán aventurero. Un seductor nato. En el film, defiende la ley por encima de todo, su sentido de la legalidad es intachable.
La bella Olivia de Havilland, en su cuarta película con Flynn, no tiene un gran calado dramático, pero su presencia, con ese encanto especial que posee, siempre se agradece. Son, sin duda una de las parejas míticas del cine.

En definitiva, un buen western de 1939, de gran presupuesto para la época, bien realizado, agradable y entretenido.
Gabriel Ufa
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