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España España · Barcelona
Voto de polvidal:
10
Drama Nina (Natalie Portman), una brillante bailarina que forma parte de una compañía de ballet de Nueva York, vive completamente absorbida por la danza. La presión de su controladora madre (Barbara Hershey), la rivalidad con su compañera Lily (Mila Kunis) y las exigencias del severo director (Vincent Cassel) se irán incrementando a medida que se acerca el día del estreno. Esta tensión provoca en Nina un agotamiento nervioso y una confusión ... [+]
24 de febrero de 2011
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algo de electrizante tiene El lago de los cisnes. Logró convertir el final de Billy Elliot en uno de los más conmovedores del cine y vuelve a conseguirlo ahora con una cinta que transforma la partitura de Tchaikovsky en toda una metáfora sobre la lucha interior. El constante debate interno entre la bondad y la maldad, entre la cordura y la locura. Aronofsky utiliza una pieza clave de la música clásica para elaborar otro clásico de la historia cinematográfica, un Cisne negro que irrumpe en nuestra mente con la misma intensidad que la melodía del compositor ruso.

El director neoyorquino sigue empeñado en plasmar los efectos secundarios de perseguir un sueño. Eso que está tan de moda, que contribuye a la realización personal, pero que puede llevar justo a la meta contraria, la autodestrucción. En Réquiem por un sueño lo mostró en su máxima crudeza, dejando al espectador con un mal cuerpo que pocas producciones han logrado originar. Cisne negro aborda el mismo proceso pero convirtiendo la debacle en uno de los ejercicios visuales más hermosos de los últimos años.

Arranca la película con una bellísima escena que evoca el gran sueño de Nina, convertirse en primera bailarina de El lago de los cisnes. Los movimientos de cámara, rodeando la coreografía desde el rostro hasta los pies, nos permiten valsar en el escenario junto a la protagonista. A partir de ese instante, la cinta nos adentra en una espiral de locura, la principal secuela de convertir nuestros deseos en obsesiones. Y es que el sueño de Nina termina por convertirse en su peor pesadilla.

En Cisne negro el terror no lo producen los sobresaltos o las puñaladas. Basta con el crujido de los huesos o el sonido de un cortaúñas para aumentarnos la tensión. Al miedo psicológico de las alucinaciones de Nina se le añade el dolor físico de sus automutilaciones. Sin duda, el trabajo de Barbara Hershey y de Vincent Cassel contribuye también a aumentar el nivel de angustia de un filme in crescendo que desemboca en un final apoteósico.

Porque mención aparte merece el desenlace de Cisne negro. Si hasta el momento habíamos asistido a un ejercicio cinematográfico perfecto en todos sus aspectos, los minutos finales nos arrojan al delirio sin ningún miramiento. El poder de El lago de los cisnes adquiere toda su forma con una escena majestuosa en el Lincoln Center de Nueva York por la que Portman, espeluznante, merece todos los premios recibidos. Desde luego, el que logre desprenderse de las imágenes y de la melodía de Tchaikovsky tras los títulos de crédito puede sentirse afortunado. Seis días más tarde, yo sigo con ellas en la cabeza.
polvidal
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