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Voto de Strhoeimniano:
10
Intriga Un reportero fotográfico (Stewart) se ve obligado a permanecer en reposo con una pierna escayolada. A pesar de la compañía de su novia (Kelly) y de su enfermera (Ritter), procura escapar al tedio observando desde la ventana de su apartamento con unos prismáticos lo que ocurre en las viviendas de enfrente. Debido a una serie de extrañas circunstancias empieza a sospechar de un vecino cuya mujer ha desaparecido. (FILMAFFINITY)
15 de septiembre de 2005
176 de 217 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las muestras más sorprendentes de la que quizá sea la etapa más creativa de A. Hitchcock (en toda esa década dirigiría, entre otras, “Extraños en un tren”, “El hombre que sabía demasiado”, la magistral “Vertigo” para terminar con ese tótem que es “Con la muerte en los talones”).
El maestro hace un ejercicio arriesgado y nos ofrece una película más compleja de lo que a primera vista parece por su factura de comedia y suspense. J. Stewart se halla convaleciente (maravilloso plano secuencia que nos presenta al personaje) tras un accidente, para matar el tiempo termina por observar a sus vecinos, deparándole este “vicio” una desagradable sospecha.
El hallazgo de A. Hitchcock es el punto de vista escogido. El maestro nos sitúa en la posición del mirón (sólo salimos en una ocasión del apartamento, “aireando” innecesariamente la película) y logra extraer, de elementos en apariencia mínimos, la dosis de suspense a la que nos tiene acostumbrados. La infeliz “corazón solitario”, la fogosa pareja de “recién casados”, el músico sin éxito, el viajante... Todas serán historias a las que entraremos de un modo impúdico a base del uso de planos generales que, según F. Truffaut, acercaban esta película a la vida y al cine (nosotros en la vida siempre miramos en “p.general” y el cine siempre nos hace fisgones). Pero a la vez, y es ahí donde se ve la grandeza de este director, las mismas historias son ese “McGuffin” pues toda esta película está recorrida por la tensión que hay entre J. Stewart y su novia G. Kelly, entre esa mirada del fotógrafo que quiere una relación libre de ataduras (de hecho, su mirada hacia fuera es causa de que no desea contemplar el temor que supone un compromiso por lo que evade ese problema buscando los problemas en su vecindario) y la mirada de la rubia por excelencia de Hitchcock, aquí una mujer de clase alta (elegantísima, con esos vestidos maravillosos de la omnipresente Edith Heath) que contempla ese noviazgo como meta hacia el matrimonio (maravilloso el plano detalle en el que G.Kelly luce la alianza como signo de que pronto tendrá la suya).
El trabajo del reparto es excepcional. Esos primeros planos tan expresivos de J. Stewart (Hitchcock utiliza el mismo plano para mostrar distintas reacciones del personaje ante lo que ve), la contención de su actuación, limitada en gestualidad y movilidad. A su lado, G. Kelly brilla como nunca en su primer trabajo con el maestro. Por supuesto, citar a la siempre espléndida Thelma Ritter y Raymond Burr, este con una actuación soberbia (siempre es visto en p.g, sin sonido alguno y, en cambio, “entendemos” perfectamente lo que dice y hace).
En Resumen, “La ventana indiscreta” es uno de los mejores trabajos de este inigualable e inalcanzable autor. ¡Para mirar!
Strhoeimniano
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