Cuando empecé a ver esta película, las actuaciones no me parecían buenas. Su inicio parecía una telenovela. Sus decorados eran pobres..., pero a medida que iba avanzando la cinta te vas dando cuenta de que la realidad mexicana que la película presenta es mucho más real, compleja y diferente de lo que al principio parece.

En esta película no hay un héroe, hay un pobre diablo que se mete en el narco como única vía de escape, y evoluciona en consecuencia. Sus personajes son conscientes del infierno que viven, y de lo miserable de sus vidas, la caída de sus valores..., en un país donde todo, absolutamente todo, tiene un precio.

Lo que, parece, al inicio ser una cinta un tanto tragicómica, se torna en un relato sobre la verdad mexicana en el tráfico de drogas, su realidad social y la situaciones que arrastran a los infiernos de sus personajes, y a lo que parece que es la realidad social de un país.

La realidad que cuenta esta cinta, y quizá, lo más importante, es contada por mexicanos por y para el mundo; Producción, dirección y actores mexicanos. Aquí no hay excusas. No hay medias tintas. Nadie viene a salvarte y no espera ser salvado.

Conclusión, México es un narco Estado. Un Estado fallido. Todos lo saben y todos callan.

Veanla, lo que cuenta entre líneas es más importante que la historia en sí.