El director narra la historia de amor entre dos jóvenes homosexuales venidos desde China a la Argentina. Esta historia se caracteriza por la forma tan violenta en las relaciones y el director opta, con gran riesgo pero con mucha maestría, por una planificación en si violenta. No hay fundidos y los planos a veces llegan a durar décimas de segundo. Las posiciones de la cámara y sus movimientos son tan caóticas como los lugares donde se desarrollan las escenas, evitando con la iluminación dar una sensación de paz y tranquilidad, tan frecuentes en las películas orientales que tratan temas de amor. Hay varias películas en la historia del cine, como por ejemplo “El conformista” en la que la escena de un tango bailado por los protagonistas constituye un momento cumbre de la historia y que se recuerda a posteriori; lo mismo ocurre aquí cuando los muchachos bailan en esa destartalada habitación en la que viven su amor y desamor. He visto la versión que se pasó en la 2 de TVE y destaca por un doblaje al español absolutamente nefasto, carente de toda sensibilidad en las voces.