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México México · Tabasco
Voto de Leba:
10
Drama Léo Lauzon es un niño que vive en un humilde barrio de Montreal, atrapado en una sórdida existencia. Cada noche intenta evadirse por medio de los recuerdos, los sueños y su desbordante imaginación, pero la cruda realidad familiar interrumpe siempre sus fantasías: tiene un padre obsesionado por la salud intestinal de toda la familia, un hermano culturista que vive preso del miedo, dos hermanas que padecen trastornos mentales, un abuelo a ... [+]
28 de enero de 2016
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La locura (palabra con la que se refiere muchas veces a la esquizofrenia) es la maldición del sueño eterno para Léolo Lauzon, un hermoso niño de 12 años. Esta maldición afecta a toda su familia y él se presiente acechado por ella.

Por otro lado tenemos a La dama de Shalott, quien no debe mirar hacia afuera de su ventana en la torre, está destinada a vivir ahí sin asomarse jamás. A través de la venta de su recámara, Léolo observa a la bella Bianca, de quien está apasionado más que enamorado. La dama de Shalott, enamorada del Rey Arturo, se asoma por la ventana para verlo y entonces es condenada a dormir para toda la eternidad.

Léolo inerte en la bañera llena de hielo es como un reflejo de la Señora de Sahlott de John William Waterhouse.
La cuidadísima atmósfera que el director crea valiéndose de un exacto emplazamiento de su cámara y recursos como el voyerismo, la inserción de luces que provienen de fuentes desconocidas y la poderosa capacidad de evocación de sensaciones por parte del joven protagonista, juega a remarcar y desdibujar esa línea que separa el mundo real del mundo al que Léolo accede para huir del espanto de su asfixiante realidad; llena de patetismo, experiencias sexuales malsanas, suciedad, fluidos y podredumbre.

Esa atmósfera tan embriagadora (mezcla de ternura y porquería) con la que se rodean tanto el mundo terrenal como el de la mente de Léolo, hace posible estas evidentes paradojas. En uno (el mundo terrenal), tenemos el candor humano, las ideas, la inteligencia y el amor de los familiares que lo rodean; en el otro (el onírico) tenemos imágenes cercanas al surrealismo, la verborrea desatada, las emociones en caos. Las reflexiones más profundas que plantea esta película vienen cuando Léolo está en la línea divisoria de ambos mundos.

Por eso es tristísimo el final; pero no nos engañemos, es muy probable que lo que vimos no fue lo que en realidad sucedía. ¿Qué tal que en vez de observar a un niño evadir su realidad utilizando su imaginación atestiguamos un despliegue de síntomas todos relacionados a un trastorno esquizofreniforme? Simple y sencillamente trágico, pues en cierta medida él mismo fue el arquitecto de su propia destrucción.

Expliquemos brevemente ambas aristas.

-Esos extravíos del pequeño pueden muy bien haber sido alucinaciones.
-Tenemos a un personaje con virtudes más que defectos (es curioso y posee una sensibilidad impresionante, es sumamente consiente de lo que sucede a su alrededor y es muy inteligente).
-Ese “porque sueño, yo no lo estoy” podría ser síntoma de delirio de grandeza disfrazado de paráfrasis (Léolo en varias ocasiones se refiere a los demás personajes de manera despectiva exaltando al final virtudes propias con la frase anterior).
-Comete un grave error, debido a esa pasión (su atracción por Bianca lo lleva a cometer un intento de homicidio, y la constante negativa a ser estudiado y atendido por la única persona que sabe que algo no anda bien: la doctora).
-El hecho de que pueda articular ideas en su cabeza no significa que estas puedan tener sentido fuera de ella, como la película está narrada con voz en off asumimos que estamos dentro de la cabeza del Léolo y como el cerebro de los que sufren esquizofrenia perciben estos estímulos como reales es también lógico que nosotros encontremos sentido a esas ideas (lo que sería evidencia de un aspecto más de los llamados síntomas positivos de esquizofrenia).
-Debido al desbalance que ocasionan sus atropellos, el universo buscará rehacer el equilibrio eliminando al autor de dichos agravios (sin ponernos místicos, la inexorable evolución de las fases del trastorno psiquiátrico).

La dama de Shalott aparece otra vez mientras se suceden los títulos de crédito para recordarnos la maldición del sueño eterno y como ahora ese hermoso niño vivirá postrado en un permanente estado catatónico; pero en un mundo que desea y que de otra forma no puede alcanzar.

Léolo permanece inmóvil y nosotros tenemos el corazón roto, con miles de preguntas zumbándonos en el cráneo y las emociones exaltadas. La película cumplió su cometido como obra de arte, como los más bellos filmes.

**Gracias a las charlas con mi hermano que estudia psicología y a un gran libro recomendado por un gran maestro, pude entender mejor el trastorno de la esquizofrenia: "Imágenes de la locura. La psicopatología en el cine", de Beatriz Vera Poseck. Recomiendo el libro ampliamente.**
Leba
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