No nos vamos a engañar: no sólo ofrece lo que promete, sino que nos proporciona ración doble. Acción, mucha acción. Brutalidad, mucha brutalidad. Una película que no se toma en serio a sí misma y que no induce a equivocación sobre lo que vas a ver. Es lo que es, lo da todo.

El argumento es el pretexto para ver desenvolverse a personajes como los representados por Stallone o Van Damme. La batalla final entre ellos dos es de lo más intensa. ¡Esas patadas de Van Damme! ¡Ese Stallone golpeando con la cadena!.

Las apariciones menores de Schwarzenegger y, en especial, de Norris, no sólo no están de más, sino que aportan la guinda perfecta. Inolvidable la aparición de Chuck Norris barriendo todo a su paso: un buen número de energúmenos y hasta un tanque. Y Schwarzenegger preparado con sus metralletas y disparando desde el vehículo (¡curiosa manera de entrar al mismo!).

Es una de las pocas películas en que he visto un público tan entregado, ¡y no era para menos!. Fui acompañado de dos amigos, y pude escuchar sus risas y contemplar sus aplausos; de la misma forma que yo también espontáneamente me veía abocado a hacer lo mismo. Todas estas estrellas de los ochenta y los noventa reunidas bajo un mismo nombre: The expendables 2 o Los mercenarios 2. Superior a la primera parte, más exagerada, más extrema, más brutal.

Se juzgará que son películas tan prescindibles como Rambo 4. Pero quizás sea una de las últimas oportunidades que tengamos de ver a semejante fauna desfilar por la gran pantalla. Se nos hacen viejos, y como reza uno de los personajes, su lugar es ya el museo... o casi, porque todavía pueden dar guerra. Seguramente se convierta en trilogía.

¡BRUTAL!